Los Padres de la Iglesia



Entre las muchas riquezas que el Santo Padre Benedicto
XVI ha traído a la Iglesia en estos primeros años de su Pontificado, hay una
que convendría destacar: el amor a la Tradición. En efecto, el Papa dedicó las
Audiencias de los miércoles durante varios años a glosar las enseñanzas de los
Padres de la Iglesia y a mostrar el gran tesoro que tenemos en nuestras manos.
Posteriormente, ediciones Ciudad Nueva ha tenido el acierto de publicarlas en
un pequeño volumen.


En esa obra, hay un texto fundamental acerca de la unidad
de los cristianos. Benedicto XVI está comentando la Epístola a los Corintios de
San Clemente, escrita a finales del siglo I, y señala: "La neta distinción
entre los laicos y la jerarquía no significa en absoluto una contraposición,
sino sólo la conexión orgánica de un cuerpo, de un organismo, con sus
diferentes funciones. En efecto, la Iglesia no es un lugar de confusión y
anarquía, donde uno puede hacer lo que quiera en cada momento: en este
organismo, con una estructura articulada cada uno ejerce su ministerio según la
vocación recibida" (p.26).


Enseguida, el santo Padre muestra el fundamento de esa
unidad: "El Padre envió a Jesucristo, quien a su vez mandó a los apóstoles.
Éstos. Luego, mandaron a los primeros jefes de las comunidades y establecieron
que a ellos les sucedieran otros hombres dignos. Por tanto, todo procede
ordenadamente por voluntad de Dios" ( pp.26-27). Y
añade algo que sigue siendo importante recordar: "La Iglesia tiene una
estructura sacramental y no una estructura política" (p.27).


Como recordaba el célebre historiador alemán A.Franzen, "De hecho, se edificó la Iglesia a partir de
este ministerio y, dado que el mismo Cristo es portador de él y actúa en él, se
puede afirmar que la Iglesia nació de éste y con este carácter ministerial"

(p.19).


Por eso subrayaba Benedicto XVI, que la Iglesia tiene una
estructura de caridad. Puesto que la verdadera fe está unida a la caridad. "El
cristiano no dice ‘Padre mío’, sino ‘Padre nuestro’, incluso en lo más secreto
de su recámara cerrada, porque sabe que en todo lugar, en toda circunstancia es
miembro de un mismo cuerpo"( p.79).


Terminemos con un texto de Franzen
sobre Jesucristo: "Su doctrina religiosa no tenía como finalidad fundar una
escuela, sino instituir una verdadera comunidad de vida, que abrazara toda la
existencia, de la que él mismo quiere ser el corazón y el centro (Io 14, 20 y ss), y que debía recibir de él su principio vital"
(p.20).


 


José Carlos Martín de la Hoz


 


BENEDICTO XVI, Los Padres de la
Iglesia
, ed. Ciudad Nueva, Madrid 2008


A. FRANZEN, Historia de la Iglesia, ed. Sal Terrae,
Santander 2009