Maestros de la República







La periodista María Antonia Iglesias nos ofrece una

extensa y documentada información acerca de trece maestros que fueron

ejecutados durante y después de la Guerra Civil española en el bando franquista. Tal

y como son caracterizados, tienen de común el haber muerto por propagadores de

las ideas políticas de la

Segunda República.




Hasta ahí el libro es correcto y científicamente bien

construido: biografías, la recogida de documentación, la selección de los

testigos, etc. Se nota que la autora tiene oficio y pluma.




El único problema es que este libro está escrito desde la

acusación a la

Iglesia Católica por las beatificaciones de mártires de la

persecución religiosa de la guerra civil española. Como dice la autora:

"Confieso, abiertamente, que aquellas ceremonias, muy del gusto y complacencia

de Juan Pablo II (que veía en ellas la expresión de su personal beligerancia

contra el comunismo), provocaban en mí un instintivo rechazo. No porque pudiera

caber en el corazón el más mínimo sentimiento contra todas aquellas pobres

personas, aquellas otras pobres víctimas de la barbarie y la ignorancia que

sólo podían moverme a compasión y lástima. Era la torcida intención de quienes

promovían y utilizaban aquellas ceremonias de fasto y boato romanos, para

convertirlas en un acto de afirmación de la extrema derecha española y de los

sectores eclesiásticos más afines" (pp.26-27).




Es interesante recordar las palabras

de un historiador de la Iglesia de reconocido prestigio, Vicente Cárcel: "Cuando

la Iglesia concede el honor de los altares a sus mártires, no hace un proceso

de los asesinos, ni los condena, sino que emite un juicio sobre las virtudes

heroicas del mártir, que murió perdonando, como Cristo en la Cruz, y como ha hecho siempre la Iglesia con sus verdugos, porque

predica la ley del amor y del perdón, y no la del odio y la venganza"




Conviene

recordar las características esenciales del martirio: en primer lugar que tenga

lugar en una muerte violenta. Lo que puede suceder instantáneamente o a consecuencia

de las heridas infringidas. Es decir que se ponga al límite el instinto de

supervivencia, básico en todo ser humano, o el seguimiento de Jesucristo. Fe o

vida.




La segunda

característica es que quien ataca y provoca esa muerte realice esa acción por

odio a la fe. En

el siglo XX con la eclosión de las ideologías, la persecución religiosa, muchas

veces, ha sido realizada para eliminar la vida cristiana o los principios

cristianos, que se veían como obstáculos para la implantación de unas ideas en la sociedad. El rechazo

del Evangelio o el rechazo de Jesucristo, se convertía en la persecución de sus

adeptos.




Finalmente la

tercera característica sería la aceptación voluntaria de la muerte antes que

renegar de la fe en Jesucristo, y en el Evangelio. Evidentemente queda

respetado el principio de buscar salvar la vida, para seguir propagando la fe.




José

Carlos Martín de la Hoz




 




María Antonia Iglesias, Maestros de la República. Los

otros santos, los otros mártires,
ed. Esfera de los libros, Madrid 2010,

517 pp.