La
primera frase de este libro cautiva por su rotunda y sencilla claridad: "La Iglesia, como todas las
obras divinas, se fundamenta en la confianza". La palabra y el concepto
confianza podrá tener distintos significados en la historia, pero aparece en
boca de Jesús cuando se dirige a sus discípulos y a todos los hombres: "Tened
confianza, soy Yo; no temáis" (Mt 14,26). "Confía, hijo; tus pecados quedan
perdonados" ( Mt 9,2) "Ten confianza, hija; tu fe te
ha salvado" (Mt 9,22).
A
lo largo de la Historia
de la Iglesia
muchos hombres han confiado en Dios, y siguiendo los capítulos de este libro
podemos aprender de ellos. Todos los hombres nos sentimos pecadores y confiamos
en el perdón de Dios, en lógica correspondencia a la confianza que Él ha tenido
con nosotros al hacernos sus hijos. En las páginas del libro se muestran
algunos sucesos de la vida de la
Iglesia donde la confianza o su ausencia configuran la trama fundamental.
De
la confianza en nuestro Padre Dios deriva la confianza que nos tenemos entre
los hermanos, que se expresa por la caridad y la entrega mutua. Tanto en la
familia como con los amigos y en la sociedad, la confianza consigue establecer
lazos duraderos, que nos permiten fiarnos unos de otros. La Historia es maestra de vida
y de ella podemos aprender grandes lecciones.
Así,
aprendemos de los que han puesto su confianza en Dios cuando el horizonte
parecía cerrado por las persecuciones, en contraste con la desconfianza de
algunos herejes que arrastraron a otros. La confianza mira hacia el futuro con
esperanza, pero tiene como motor el pasado: si lo reconoce y valora, puede
aprender de él. Se entiende entonces que Juan Pablo II, el 12 de marzo del año
2000, perdonara y pidiera perdón en nombre de la Iglesia por los pecados de
los cristianos a lo largo de la historia.
En
el libro se muestra que no tienen sentido las leyendas negras, con
exageraciones para atacar a la
Iglesia, ni tienen cabida las leyendas rosas, ocultando sus
errores o incoherencias. Nos ayuda a meternos en la mentalidad de cada época,
sin juicios anacrónicos o precipitados. Si despejamos la desconfianza que
algunos tristes sucesos históricos podrían suscitar, vemos que los infinitos
tesoros de la
Redención llegan a todas las generaciones que tengan la humildad
de reconocer sus pecados.
Los
20 breves capítulos del libro nos muestran lo que podemos aprender de
personajes como San Policarpo, Tertuliano y su rigorismo, San Cipriano, Pelagio y su exceso de confianza, San Agustín, Focio y su desconfianza en Occidente, la alegría de San
Francisco de Asís. Se ve la experiencia que podemos sacar de la Inquisición, de
la desconfianza en los moriscos, del drama de Lutero o de la sencillez de Santa
Teresita. Un capítulo está dedicado a la obra de Tirso de Molina: "el condenado
por desconfiado". No faltan algunos capítulos dedicados a la confianza en el
Magisterio de la Iglesia. El
orden cronológico permite valorar los vaivenes que en muchas personas e
instituciones se han dado a lo largo de la historia, incluidas las relaciones
de confianza o desconfianza entre la
Iglesia y los Estados.
Javier Rodríguez
José Carlos Martín de la Hoz, Historia de la
confianza en la Iglesia, ed. Rialp, Madrid
2011, 282 págs.