Fe y razón en Boecio



En estos últimos años, en diversos lugares, el Santo
Padre ha insistido en la necesidad de un nuevo diálogo entre fe y razón. Así ha
recordado que los Padres de la
Iglesia dirigieron su diálogo no a las religiones de su
tiempo sino a la filosofía griega. Supieron entrar en contacto con ella, no
sólo para profundizar en la fe sino también para fecundar esa filosofía.


Hablando de San Justino, uno de los primeros
Padres Apologéticos se expresaba así: "San Justino, y con él los demás apologistas,
firmaron la clara toma de posición de la fe cristiana por el Dios de los
filósofos contra los falsos dioses de la religión pagana. Era la opción por la verdad
del ser contra el mito de la costumbre. Algunas décadas después de san
Justino, Tertuliano definió esa misma opción de los cristianos con una
sentencia lapidaria que sigue siendo siempre válida: "Dominus noster Christus veritatem se, non consuetudinem, cognominavit", "Cristo afirmó que era la
verdad, no la costumbre" (De virgin. vel.,
I, 1)".


Un ejemplo claro de ese proceso es el caso de Boecio
(475-525), Senador Romano enviado a la muerte por el Emperador arriano
Teodorico. Precisamente en los años de su destierro escribió su obra Consolación
de la Filosofía
,
un diálogo figurado entre el mismo Boecio y la Filosofía, donde muestra
cómo desde la razón natural se puede alcanzar la paz en el alma y acercarse a
la fe cristiana.


El libro muestra una síntesis de la filosofía griega y
romana con la fe cristiana y con la literatura clásica. De hecho fue leído en
las escuelas, desde entonces, como una síntesis del saber antiguo y la fe
cristiana, por la categoría de sus fuentes, la belleza literaria y la hondura
espiritual.


La obra está escrita en cinco libros y compuesta en prosa
y verso. En el libro I, la filosofía se presenta a Boecio en forma de una
augusta matrona que viene a traerle el consuelo en la triste condición en la
que se encuentra: desterrado y en la cárcel, no por culpa suya, sino por haber
querido seguir la verdad y la justicia.


En el Libro II, la filosofía hace ver a Boecio que la
felicidad no consiste en los bienes terrenales, ni en la fortuna o la buena
fama, es decir: lo cauco y lo inestable, lo
perecedero. La felicidad debe saciar completamente el ansia de infinitud del
hombre, el sumo bien.


Es en el libro III donde Boecio presenta una síntesis de la felicidad. Solo el
Sumo bien puede ser motivo y causa de la felicidad. Es más,
la felicidad consiste en Dios mismo, como bien supremo y ser perfectísimo. Dios
es, por tanto, el origen de todos los seres y el fundamento de la verdadera
felicidad humana.


Seguidamente, abordará en el Libro IV el problema de la
libertad y el origen del mal en el mundo. En ella muestra como Dios sólo ha
creado el bien y cómo con su Providencia hace que los hombres extraigan del mal
que les acaece el bien para sus almas. Finalmente, el Libro V relaciona la libertad y la Providencia. Un
problema complejo, que Boecio aborda salvando la libertad del hombre y la
presciencia divina. El hombre es libre para ir a Dios y siempre es escuchado y
cuidado por Él.


 


José Carlos Martín de la Hoz


 


Boecio, La consolación
de la filosofía
, ed. Alianza editorial, Madrid 2011, 157 pp.