Hace algunos meses, entre las noticias sobre la política nacional e internacional, el deporte, los sucesos…, los medios de comunicación mostraron cierto interés por la edición de una comedia de Lope de Vega, de la que solo se conocía el título (Mujeres y criados), gracias al hallazgo de una copia del texto en la Biblioteca Nacional y al trabajo de Alejandro García-Reidy, experto en la literatura del Siglo de Oro. Acabo de leer la comedia, publicada por Gredos, y he disfrutado mucho, como suele ocurrirme cada vez que me topo –procuro que sea a menudo– con el teatro aurisecular. Cuando se trata de Lope, el gozo suele ser aún mayor.
Después ha venido la pregunta: ¿por qué al cabo de cuatro siglos nos sigue atrayendo, por lo menos a algunos, esa literatura? La comedia es un género complejo, puesto que no resulta nada fácil lograr el equilibrio necesario para no caer ni en la astracanada ni en la ñoñería ni en la cursilería ni en la zafiedad. Parece que va en la naturaleza humana la necesidad de reír, de divertirse, de distraerse, de soñar. Los autores del Siglo de Oro tenían una enorme capacidad para la magia del enredo, de los juegos de conceptos y de palabras, del ingenio… Si a esto se une su destreza para la versificación, muy a menudo con poemas de deslumbrante belleza y musicalidad, no sorprenderá que permanezcan tan vivos, por esto han llegado a la condición de clásicos.
¿Seguirán las nuevas generaciones leyéndolos? No lo sé, pero yo las invitaría a acudir a las escenificaciones de obras del teatro aurisecular, que no suelen faltar, por lo menos en las grandes ciudades y en festivales como el de Almagro, y a no tener miedo a enfrentarse a los textos. Hay abundantes y buenas ediciones fáciles de encontrar en bibliotecas, en librerías e incluso en formato digital. Tal vez al principio les cueste un poco familiarizarse con la versificación, en estos tiempos prosaicos, pero estoy convencido de que si perseveran se pueden convertir en adictos de una literatura divertida, ingeniosa, muchas veces genial.
Luis Ramoneda