El cardenal de Viena, el dominico Christoph Schönborn, reúne en estas páginas algunas consideraciones al clero y al pueblo vienés en el año de la fe, con la ilusión de que puedan servirles para alumbrar su vida cristiana y la de otras muchas personas.
Es interesante que el autor, antes de las preguntas estructurales sobre la Iglesia, nos plantee un interrogante en primera persona: ¿Qué quiere Jesús de nosotros? Es lógico, pues Jesús antes que nada contagió su vida a sus discípulos. Lo primero, por tanto, es seguirle según sus llamadas personales, es más, recordará que el cristianismo es una aventura: "Si la creación del mundo se hizo a partir de la nada, la vocación de los Doce es también un acto completamente nuevo" (p.37).
Así pues, lo primero en la escuela de Jesús es conocerlo personalmente (pp. 50, 115). Por otra parte, el cardenal de Viena, no se olvida de subrayar que la primera condición para pertenecer a la escuela de Jesús es la fe: "sin la fe en Jesús, en el Mesías, en Cristo, no se puede ser discípulo de Jesús. Se pude ser un admirador suyo, encontrarlo interesante, estudiarlo, reconocer en Él un profeta, al fundador de una religión, pero sólo se puede ser discípulo suyo, ir a su Escuela, si se cree realmente en Él. Por eso la fe es el primer requisito para ser discípulos suyos" (p.23). Y, junto a la fe, la confianza: "De una cosa podemos estar seguros: de que (Dios) quiere nuestra vida, nuestra felicidad; 'Yo he venido para que tengan vida, una vida plena' (Io 10,10), proclama Jesús" (p.18). Es Él quien nos llama y nos convoca a formar una familia con Él: la Iglesia. Esto exige corresponder: La fe no se entrega al bautizado, sino que el bautizado se entrega a la fe (p.120).
A lo largo de las páginas de este trabajo quedará claro que el discipulado de Jesús es aprender a rezar: quedar fascinados de su oración y aprender a rezar con el Espíritu Santo. La clave para entender quién es Jesús es verle rezar a Dios Padre (p. 53). La fe en Cristo se revela en la oración (p.59).
Por otra parte, existen obstáculos, el más grave, el pecado: "Lo más dramático del pecado es ver cómo el corazón se endurece" (p.93). Formamos una comunidad de pecadores. Por tanto, hemos de ser humildes para pedir ayuda y dejarnos sanar por el sacramento de la confesión.
Asimismo nos recuerda que la llave que abre la puerta de la Escuela de Jesús es la cruz: "El discipulado de Jesús significa cambiar de modo de pensar, pensar como piensa Jesús" (p.27). A lo que añadirá que no se trata tanto de amar la cruz cómo de amar al crucificado (p.98).
Finalmente, nos recordará que hemos sido llamados a ser apóstoles. "Dios actúa a través de las personas que él elige. ¿Figuramos nosotros entre ellas?" (p.35). Debemos trasmitir el amor de Jesús a todas las almas. De eso debemos hablar y predicar: "Seguir a Cristo significa literalmente ir con Jesús, ponerse en camino, dejarlo todo, compartir su vida, errar sin techo en medio de la pobreza" (p. 36). Por tanto: "De lo que se trata no es del prestigio de la Iglesia sino de que Dios se haga visible y de que, como cristianos, nosotros hagamos visible a Cristo" (p.22).
José Carlos Martín de la Hoz
Christoph Schönborn, La escuela de vida de Jesús. Estímulos para ser sus discípulos, ed. Herder, Barcelona 2014, 164 pp.