El Profesor de la Sorbona, Dominique Barthélemy nos ofrece su particular visión de la sociedad medieval francesa tomando pie de las crónicas de los milagros de San Geraldo, San Benito, San Arnulfo, etc. Pues en ellos hay una lectura de paz: “A la sociedad feudal se le atribuye un carácter especialmente violento. A menudo se descubre a los caballeros del año mil como hombres todavia rudos, guerreros de celo infantil y salvaje; si hubiesen dominado Francia sin cortapisas se habría producido la anarquía. Pero, por suerte, se señala, los eclesiasticos no se resignaron a ello; intentaron disciplinar a una sociedad todavía bárbara con la amenaza, en caso necesario de la venganza de Dios” (11).
Así pues frente a la interpretación habitual, Bartheélemy “Los caballeros del año mil presentan, en nuestra opinión, la estatura plena de una humanidad adulta y, en última instancia, son casi tan interesantes como los Nuer del Nilo”. Y añade: “Para combatir la leyenda de los feudales, se puede mostrar de entrada un cierto número de textos coetáneos que les presentan tan vinculados a la paz como a la guerra, sin exonerarles por ello de una autentica dureza social y de un desprecio fundamental hacia los ‘siervos’. Sin embargo prefiero partir aquí de la imagen que con frecuencia quisieron dar de si mismos” (12). A lo que añade: “Es necesario examinar a los caballeros y a los monjes en el plano de la connivencia más que en la concurrencia. Sí, tal sería sin duda el interés de los caballeros de castillos, difundir por todas partes sus intenciones de venganza, antes de ser detenidos por el poder divino”(13). Aquí es donde entran las narraciones de los milagros abundantes en las crónicas de la época: “La sociedad feudal se representa a si misma en el gran escenario que se ha convertido el año mil en la historografia moderna: una violencia capaz de destruir los lazos sociales y devastar el mundo, si no hubiera reliquias, milagros, exorcismos” (13).
La conclusión, por tanto, es de un gran interés: “Yo no creo que los caballeros, los monjes, los siervos cuyos nombres o sombras aparecen en estos ensayos no hubieran probado jamás el rencor, los remordimientos o el miedo, ni que no hayan sido jamás supersticiosos en el sentido psicológico del término; simplemente, no es el terreno al que los textos nos ofrecen un acceso directo. Por otra parte, ¿no cuentan las cosas tal como pasaron? Evidentemente no. Los diplomas muestran un lenguaje estereotipado, las crónicas son parciales, los relatos de milagros fábulas ensambladas con talento” (14).
En cualquier caso las narraciones extraordinarias de las crónicas fueron aceptadas en su versión sustancial, pues milagros los ha habido siempre hasta la actualidad y siempre han sido acogidos como la intervención de Dios a favor de sus hijos por la intercesion de los santos.
Estamos ante un trabajo bien documentado, sólidamente trabado que aporta luces a una época considerada oscura por la tradición historiográfica y que conviene llenar de luz ante tanta sombra como se ha proyectado sobre ella.
José Carlos Martín de la Hoz
Dominique Barthélemy, Caballeros y milagros, violencia y sacralidad en la sociedad feudal, ed. Universitat de Valencia, Valencia 2005, 295 pp, 9788437062813.