Lo que llevamos en el corazón

 

El hombre a lo largo de su historia personal va conociendo y tratando a los demás. Cuando se afirma que el hombre es imagen y semejanza de Dios se hace referencia a que el hombre, se relaciona con Dios y con los demás mediante el conocimiento y el amor.

Esas relaciones con Dios y con los demás se hacen cultura en los comportamientos, estructuras,  en  el arte y en la vivienda, en el trabajo y en el descanso. Como afirmaba san Juan Pablo II una fe que no se hace cultura es una fe no plenamente vivida.

Cuando comenzó la evangelización en Centro América el primer emplazamiento del virreinato, episcopado, casa moneda, y capitanía general  se instaló en la capital de Guatemala.

En el Archivo de Indias se conservan los planos de la ciudad y el emplazamiento de los organismos de gobierno civiles y eclesiásticos. Poco después, las grandes órdenes religiosas construyeron también sus conventos desde donde partirían los misioneros, de dos en dos, a la conquista espiritual del antiguo imperio Maya, ya entonces deshecho en muchas tribus y con una civilización en decadencia, dividida lingüística y religiosamente.

Sucesivos terremotos en el siglo XVII y la erupción del volcán del agua, próximo a la ciudad llevaron a la decisión de trasladar la capital a su actual emplazamiento, llevando allí gran parte de las imágenes, retablos, orfebrería, y vasos sagrados que sobrevivieron al terremoto.

La Antigua, así llamada al anterior emplazamiento, quedó destruida pero no abandonada. A pesar de las órdenes gubernamentales, continuaron sus pobladores y con el transcurso de los siglos ha sido poco a poco reconstruida.

En la antigua universidad de San Carlos, la primera de América Central, se conservan cuadros y esculturas que quedaron en colecciones privadas.

La antigua catedral conserva los restos mortales del Adelantado Pedro de Alvarado y del arzobispo Marroquín.

Lo más interesante es que se trata de una ciudad que se detiene. En ella se puede estudiar el primer relanzamiento y la mentalidad de los primeros pobladores. Un paseo por las calles e iglesias de la ciudad expresa claramente lo que habían traído en su cabeza y en su corazón a América: la devoción a la eucaristía y la centralidad de la Misa, la Semana Santa, el ejercicio del Vía crucis. Inmediatamente, la devoción filial a Maria Santísima. La virgen del Carmen, de la Merced, la dolorosa. Unida a ella el trato con san Joaquín y santa Ana. San Juan Bautista y san José. Como si estuviéramos en una ciudad de Castilla, donde, todavía hoy se pueden observar las mismas devociones.

A la vez el calor de la ciudad hace entrar los tradicionales elementos de Andalucía para protegerse de él, como las rejas, las casas volcadas hacia el interior, los patios frescos para resguardarse. También, los paseos y plazas con los cruceros y las imágenes de la Virgen. Las fachadas de las iglesias conservan figuras que son una auténtica catequesis, como los retablos. No cabe duda de que fueron para quedarse y llevaron lo que tenían en la cabeza y en el corazón.

Llegara el tiempo donde los hijos, criollos, irán tomando aspectos de la zona para su vida y su arte, pero eso ya no es la Antigua sino la actual Guatemala, tierra donde se enriquece la cultura con elementos autóctonos y se hace criolla,

 

Jose Carlos Martin de la Hoz.