El equilibrio entre el conocimiento que se tiene del tribunal inquisitorial español y la realidad de la grandeza, altura y profundidad temática del siglo de oro de la cultura castellana, es una cuestión que periódicamente entra en crisis. Para unos es innegable la actuación nefasta del tribunal y, por tanto, el siglo de oro no debió de existir y, para otros, la Inquisición produjo una autocensura, tan grande como la cultura del siglo de oro.
Frente a la tesis pesimista “escasean los historiadores que defiendan una visión más optimista del pulso de la vida cultural en la España moderna ante la represión y, en concreto, durante los siglos XVI y XVII. Con el argumento relativista de la historia comparada, Kamen insistió en la escasa eficacia del aparato de control censorio del Santo Oficio" (15).
Es interesante recalcar el orgullo de ser católico y de ser hispano, en su más profunda raíz latina, lo que hace todavía más ininteligible un perdido capital de la historia de la cultura. Es más, "El proceso de confesionalización explicaría la importancia del control de esos fundamentos religiosos -unido a las finanzas y al ejército- para la consolidación del Estado moderno" (13).
Es Interesante la aclaración de Fray Luis de León al juez de su proceso inquisitorial: "El origen y causa total de esta denunciación que se hizo contra mí no fue el celo de fe ni de verdad, sino pasión y odio, y deseo de destruirme con mentiras y calumnias. Constará esto si constare que los primeros autores de todo este movimiento fueron enemigos míos, e interesados en mi daño, y concertados y conjurados para él" (51). De hecho las denuncias, como señala el autor, provenían tanto de profesores que pensaban de modo distinto, como de alumnos ignorantes que tomaban notas en clase o resumían las respuestas a sus preguntas en el aula (51).
El índice español de libros prohibidos, era expurgatorio, lo cual no condenaba a un autor, ni su obra, sino sólo un pasaje por malsonante o conducente a la herejía. Esta solución salvaba el honor y la fama pero introducía problemas de comprobación de que los ejemplares habían sido expurgados (54),
La broma de fray Luis en 1522 en pleno proceso: "Ruego a Dios que conserve al calificador la vista y no permita que se olvide el saber leer" (57)
José Carlos Martín de la Hoz
Manuel Peña Díaz, Escribir y prohibir, Inquisición y censura en los siglos de Oro, ed. Cátedra, Madrid 2015, 250 pp.