Una ética atractiva

 

El profesor Alfredo Cruz Prados, después de  muchos años de docencia e investigación, tanto en universidades europeas como estadounidenses, nos plantea en este trabajo un nuevo modo de escribir y fundamentar la ética y las relaciones humanas.

Es interesante, observar, cómo sin grandes aspavientos va adentrándose en la cuestión el Prof. Prados: "El obrar solo puede explicarse desde un primer acto de la voluntad, que  es el acto de la inclinación misma, del ser ya tendencia, apetición, y que es el acto natural de la voluntad, la actividad en que consiste su misma naturaleza" (125).

La cuestión moral es la cuestión acerca de lo que los hombres desean verdadera y fundamentalmente. “Esta cuestión es la que da paso y sentido a las dos cuestiones morales subsiguientes: qué debo hacer, y qué clase de persona debo ser: la pregunta por la acción, y la pregunta por el carácter" (178).

Ahora bien, nos dirá, y entramos ya en el problema de la fundamentación ética: "El reconocimiento de un apetito natural es la única vía para justificar racionalmente la universalidad de la moral. La moral solo puede ser universal como búsqueda de la verdad de un apetito natural, como búsqueda de aquello en lo que consiste para todo ser humano apetecer verdaderamente, y no como búsqueda de un imperativo que fuera universal por ser independiente de todo apetito" (188).

Un poco más adelante añadirá: "Si no es posible el precepto de querer la felicidad, pero si existe el precepto de amar a Dios, es porque amar a Dios es un acto de elección, no es un acto natural, que no admite prescripción. Y si el cumplimiento de este precepto , el amar a Dios sobre todas las cosas, es lo que nos depara y, a la par, constituye la felicidad perfecta, ésta no puede implicar la anulación de esa elección, la disolución de su carácter electivo, sino su completa perfección en cuanto elección" (257).

Por tanto: "Los afectos, que no son eliminables, si son educables, y, en cuanto educables, constituyen un campo de exigencias morales" (338). Y añade: "La virtud moral, la virtud propiamente humana, es lo que hace excelente al hombre en su operación propia, la elección, y lo que, por tanto, hace excelentes nuestras acciones. Y la felicidad es una vida compuesta de excelentes elecciones" (365).

 

José Carlos Martin de la Hoz

Alfredo Cruz Prados, Deseo y verificación. La estructura fundamental de la ética, ed. Eunsa, Pamplona 2015, 572 pp.