Al terminar la Guerra Civil Josep Pla se recluyó en su masía gerundense de Llofriu. Desde allí realizaba pequeñas excursiones por los pueblos y campos del Ampurdán. El reencuentro con las gentes de su tierra natal, anécdotas y reflexiones sobre el carácter del payés (campesino catalán) se reunen en esta obra.
Edición | Editorial | Páginas | ISBN | Observaciones |
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2014 | Ediciones 98 |
256 |
9788493822149 |
Edición original de 1949, por Destino |
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El libro trata sobre dos
El libro trata sobre dos cuestiones, la contemplación del paisaje por parte del caminante y sus reflexiones sobre el payés, clase a la que el autor se siente próximo. A pesar de haber ejercido el periodismo durante la primera parte de su vida, después de la Guerra Civil Pla se refugió en su masía del Ampurdán donde se dedicó a escribir. Allí dice haber descubierto que las cosas buenas de la vida no se compran con dinero.
En su análisis sobre el carácter de los payeses Pla subraya su carácter contradictorio, pueden ser desconfiados con sus vecinos y depositar la confianza en alguien que no la merece. Admiran al rico, al fuerte, y no admiten que alguien pueda hacer algo desinteresadamente. Permanentemente quejosos y de mal humor, si comenten un error lo recordarán toda la vida sin valorar lo que han hecho bien. Excelentes trabajadores, les pierde el temor a no obtener el rendimiento económico debido por su trabajo: "Venden la leche de la vaca y crían raquítico al ternero" -observa Pla. Son conservadores y pueden entusiasmarse por algo en un momento determinado, pero resultan incapaces de mantener una empresa común; les pueden la desconfianza y el espíritu de contradicción aun en contra de sus intereses. De aquí deriva otra de las características, y es que son individualistas.
Pla recuerda que muchos payeses no son propietarios, sino que cultivan las tierras de alguien que vive en la ciudad con quien reparten las rentas y los frutos. De ahí su mal humor permanente. El payés siente que son varios los grupos sociales que viven a costa de su trabajo: propietarios, funcionarios, intermediarios e incluso los consumidores. Desearía que existiese un equilibrio entre los precios agrícolas e industriales, entre lo que produce y lo que compra, pero ese objetivo se ha demostrado inalcanzable en todas partes. Por eso no gasta más que lo imprescindible. Más quejas y más mal humor. Hasta aquí las reflexiones de Pla.
Nos encontramos en un terreno delicado, ya que para el español es imperativo entender al catalán y aquí uno de ellos nos lo pone en bandeja. Se podría objetar que el análisis de Pla se refiere sólo a los campesinos y no a todos los catalanes. Es cierto, pero el autor advierte que los abuelos y bisabuelos de los hombres y mujeres de ciudad fueron payeses; y el carácter de un pueblo no cambia facilmente. De hecho el himno nacional de Cataluña se titula... "Els segadors"; por algo será. También se ha objetado que Pla fue franquista y que por eso habla mal de los catalanes pese serlo él mismo. Falso. Antes de la Guerra Civil el autor estaba próximo a Cambó y la Lliga Regionalista (ver en Internet "De paseo con Pla", en La Razón de 9 de noviembre de 2013). En 1936, sinténdose amenazado, Pla pasó a Francia y desde allí volvió a España por la zona nacional. Terminada la contienda, y escarmentado de la política, se refugió en el medio rural donde se dedicó a escribir. Por eso también se ha dicho de Pla que es un "falso payés".
En contraste con las anteriores reflexiones, un poco amargas y no exentas de humor, sus palabras sobre el paisaje del Ampudán son de un lirismo exquisito. Sólo por ellas vale la pena leer esta obra, aun dejando aparte los aspectos psicológicos de sus habitantes.