Con este provocador título comienza el comentario del profesor charles Morerod O.P. al libro de Adrien Candiard, Comprendre l'islam, Paris 2016, 126 pp., en la Revista Nova et Vetera 4/2016), 449-457, de la Facultad de Teología de Friburgo en Suiza.
Se trata del trabajo de uno de los grandes expertos en el islam que vive e investiga desde hace más de treinta años en la Universidad de El Cairo en Egipto y donde ha publicado numerosas obras y mantenido abundantes encuentros nacionales e internacionales.
En primer lugar hay que detenerse en el modo de la expansión original de los primeros siglos y, después en el empuje del imperio otomano y su casi dominio del mediterráneo hasta la batalla de Lepanto, el 7 de octubre de 1571.
En segundo lugar el ocaso desde la invasión de Napoleón de Egipto, la imposición del estado de Israel, la destrucción del poder Otomano en la primera guerra mundial y la guerra del golfo con la invasión de Iraq.
Ahora bien, la aparición de la frustrada primavera islámica, y sobre todo del nuevo estado Islámico en confrontación con el estado sirio, ha hecho que el posicionamiento de los llamados estados islámicos reflejen en su ser las facciones o sectas que incluyen en ellas: chiís, sunís, waadiis, etc.
A esto hay que añadir las propias divisiones, entre pobres y ricos, conversos, etc. Y además las diversas clases sociales que en ellas existen. Por tanto la reacción ni es unánime, ni es uniforme. La unidad islámica es una utopía.
Ahora bien, mientras siga sin existir una autoridad mundial en el Islam, no podrá haber un magisterio más o menos uniforme, ni siquiera una interpretación teológica habitual del propio sentido literal del Corán (no digamos del sentido espiritual).
Es más, se necesita una cierta aproximación entre fe y razón de modo que pueda darse un diálogo teológico entre las diversas sectas y entre el Islam y el cristianismo. El deseado diálogo no se ha dado, por el miedo que tienen a ser evangelizados.
Apoyar el desarrollo económico de los países moderados desde el punto de vista democrático, y contribuir al avance universitario, apoyo a la de investigación en ciencias médicas, medioambientales, física, química, geología.
La ampliación de intercambios universitarios en materias científicas, puede propiciar encuentros entre economistas. Juristas y terminar por darse los propiamente humanistas. Finalmente, pueden darse de otras cuestiones culturales y religiosas.
El Islam puede ser una religión de paz si propicia el encuentro del hombre con Dios y de solidaridad con los más necesitados, es decir, a superar el deseo de los bienes materiales en aras a los espirituales.
José Carlos Martín de la Hoz
Charles Morerod O.P. comentario al libro de Adrien Candiard, Comprendre l'islam, Paris 2016, 126 pp., en la Revista Nova et Vetera 4/2016), 449-457