El protagonista de este libro es el mar y el mar océano, que constituirá la clave de la vida de España, tanto de los reinos de Castilla como del de Aragón, todo el final del siglo XV y siglo XVI.

Es más, se producirá un cambio de perspectiva, pues si en los siglos anteriores el mar mediterráneo era un puente de unidad, desde el siglo xv, el mar es ya el océano, primero el atlántico sur, luego el océano indico, luego el atlántico oeste y luego el océano pacífico.

La catedrática Isabel Soler de la Universidad de Barcelona hace honor a sus estudios de historia y literatura de los descubrimientos castellanos y lusitanos durante el siglo XVI para trazar la red  de sueños de ilusiones de los monarcas castellano, portugueses y de Aragón, con los descubrimientos oceánicos de la edad moderna.

La autora dedica un largo espacio a la figura de Cristóbal Colón y a sus visitas a las diversas Cortes Europeas, hasta que finalmente, fuese recibido y creído por la reina Isabel de Castilla y alcanzada la firma de las Capitulaciones de Santa Fe en 1492, toda una prueba documental de lo poco que se confiaba en ellas y lo mucho que confiaba la reina en Dios y en la misión a la que había sido elegida (49).

Mientras tanto, Cristóbal Colón se consideraba así mismo casi como el nuevo Mesías, por la grandeza de los descubrimientos que se sentía llamado a realizar y por el giro que producirían en el comercio mundial (75)

Asimismo, en esta obra son importantes los viajes de Vasco de Gama, de Magallanes, de Américo Vespucio y, por supuesto, los sucesivos viajes de Marco Polo ampliamente tratados y magnificados `por la autora (116, 119 y 151).

Finalmente, hemos de referir, como hace la autora, el importantísimo viaje de Jun Sebastián Elcano y su vuelta al mundo en 1522, que devuelve al globo terráqueo a sus verdaderas dimensiones (221).

Es muy importante el estudio de la autora al problema de Asia (184) y cómo acercar las rutas marítimas con ese extremo del mundo. De ahí la clave del continente que Colón confundió con Asia y que va a constituir la meta de España durante varios siglos, su gozo y su corona (212).

La iconografía tanto de Colón como de Américo Vespucio, subraya una y otra vez la confusión entre América con el paraíso terrenal y, por tanto, con el deseo de encontrar tierra firme, pues eso significaba riquezas de oro, de esclavos, de minería y de placenteras costas (213)

 

José Carlos Martín de la Hoz

Isabel Soler, El sueño del rey. Viajes y mesianismo en el Renacimiento peninsular, ed. Acantilado, Barcelona 2015, 351 pp.