Kenny se despertó en mitad de un sueño y recordó un jardín. «En mi sueño he visto un jardín -pensó Kenny- y un árbol». Era un árbol cubierto de flores blancas. Y sobre el árbol brillaban a la vez el sol y la luna. La mitad del jardín estaba llena de mañana amarilla y la otra mitad, de noche verde oscuro.
«En mi sueño había algo más», pensó Kenny, y trató de recordar. "¡Un tren! -gritó-. Y un gallo con cuatro patas. ¡Y me dio algo!".
Publicado por primera vez en 1956, fue el primer libro de M. Sendak como autor del texto y las ilustraciones. Un delicioso relato literario, lleno de lirismo y sensibilidad, con tiernos diálogos donde los lectores son partícipes de los profundos pensamientos del protagonista.
Edición | Editorial | Páginas | ISBN | Observaciones |
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2017 | Kalandraka |
64 |
978-84-8464-245 |
Colección Libros para soñar Traducción de Miguel Azaola
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Álbum ilustrado sobre el
Álbum ilustrado sobre el mundo de los sueños y de los deseos infantiles, y la ilusión de que estos finalmente se hagan realidad en el futuro. El protagonista es Kenny, un niño de unos diez años, bastante soñador. Una noche, en un sueño, un gallo de cuatro patas le formula siete preguntas para que reflexione y exprese sus opiniones, sus sentimientos y sus deseos, como por ejemplo: ¿puedes hacer un dibujo en la pizarra cuando alguien no quiere que lo hagas?, ¿qué es una cabra única?, o ¿puede repararse una promesa rota? Con algunas de ellas (de alto contenido filosófico y difícil respuesta), el autor se aproxima a otros relatos clásicos de este tipo como El Principito.
La respuesta a cada una de las siete preguntas supondrá una aventura personal e independiente, con las que el protagonista inicia un gran viaje, un viaje iniciático que le hará madurar y crecer interiormente. En estas aventuras, Kenny acompañado de sus juguetes más queridos (el osito de peluche y los soldaditos de plomo) y de su mascota, conocerá y valorará el poder de la amistad, de la generosidad, del cariño, de las promesas dadas, de la imaginación, trazando una delgada línea entre la realidad y la fantasía. Y, por último, aprenderá que los anhelos se cumplen cuando de verdad lo queremos, ya que “con un deseo recorres la mitad del trayecto hasta donde quieres llegar” (p. 60).
El texto, lleno de lirismo y de sensibilidad, se completa con unas preciosas ilustraciones del autor, con fondos pastel, muy suaves, en perfecta armonía con las palabras. Así, la “ventana” que da título al libro y se repite de forma insistente en los dibujos, se convierte en un símbolo de la mirada del niño y de la frontera que debe cruzar: desde el interior quiere asomarse al exterior, es decir, traspasar su pequeño mundo infantil ya conocido para adentrarse en la realidad exterior y proyectarse hacia la incertidumbre del futuro.