El tiempo regalado

 

Libros del Asteroide, una vez más, pone delante de nuestros ojos un breve ensayo muy bien escrito y traducido, que aborda de modo casi filosófico y casi poético a la vez, una realidad menuda y cotidiana, pero tan habitual como es la espera.

Es gracioso que la autora de este ensayo sobre la espera y el tiempo de la espera, Andrea Köhler, que vamos a comentar a continuación, sea una escritora y periodista alemana que trabaja como corresponsal de cultura de periódico suizo Neue Zürcher Zeitung, y que reconozca con sencillez que habitualmente le cuesta la puntualidad.

Quizás por ese motivo, haciendo un gesto de broma a quienes ha hecho esperar a lo largo de la vida, les dedique un ensayo titulado “El tiempo regalado”, pues como ella misma reconoce en su prólogo esta sociedad nuestra se caracteriza por la falta de tiempo.

Por tanto, el lector se debe considerar avisado: si le hacen esperar, pues lo que debe hacer es considerarlo sencillamente como un tiempo regalado para pensar, leer música y descansar y, de ese modo, de lo molesto sacará un gozo.

La autora, desde las primeras páginas, identificará la espera con el amor: “El que ama no puede permitirse nunca llegar tarde. El anhelo se presenta indefectiblemente. Es hermano del miedo (…). El que espera es el que más ama” (24).

Asimismo, tardará muy pocas páginas en recordar que la espera comienza cuando somos pequeños y nuestra madre nos ha dejado solos, aunque sea un breve instante, lo que provoca enseguida el lloro del niño, con el ansia de que reaparezca y proporcione la seguridad: “Así, sobre la espera pesa la maldición de una amenaza que procede de la infancia” (25).

Enseguida, la autora nos va a situar ante el teléfono, pues suele suceder la espera o en la cercanía del teléfono fijo, o bien metidos en alguna ocupación, a modo de distracción, pero con el móvil delante de los ojos: “En el drama de la espera, el teléfono sigue siendo el accesorio más solicitado. A fin de cuentas, es la única técnica que nos sugiere presencia e intimidad. Como hace percibir la voz y la respiración como si la distancia no existiera, nos facilita la ilusión de no haber sido abandonados. El teléfono es el instrumento de una intimidad que salva todas las distancias” (31).

La autora terminará esta primera aproximación a la cuestión, con una primera y clarificadora conclusión: En principio el que espera siempre reza la misma oración: nunca es tarde si la dicha es buena” (32).

José Carlos Martín de la Hoz

Andrea Köhler, El tiempo regalado. Un ensayo sobre la espera, de. Asteroide, Barcelona 2018, 160 pp.