El filósofo y profesor Fernando Inciarte (1929-2000) pasó la mayor parte de su vida en Alemania, pues llegó joven desde España para realizar sus estudios universitarios y culminar la carrera en Colonia. Asimismo, en fue Alemania donde se formó primero como profesor ayudante y después como catedrático, escritor, conferenciante e investigador en las prestigiosas Universidades de Friburgo, Münster y Navarra.
El libro que ahora deseamos presentar es uno de los muchos que dejó preparados para su publicación y difusión tras su muerte. Precisamente, el objetivo del mismo es relacionar cultura y verdad, pues realmente para muchos parece que la verdad es tan abrumadoramente rígida e inalcanzable que apenas podría llegar a vislumbrarse, mientras que la cultura sería el arte, la poesía y vida normal y corriente.
El hecho de que la belleza se haya convertido en el camino más adecuado a nuestro tiempo para manifestar la verdad y la bondad de Dios, nos viene a recordar que Dios mismo desea nuestra paz y felicidad en la tierra y en el cielo, aunque la salvación se arranque con fuerza y abundancia de la gracia de Dios (63).
También es cierto que la propia cultura occidental ha ido perdiendo fuerza y vigor intelectual al perder calidad cristiana y haberse entregado en muchas ocasiones a las facilidades y debilidades del llamado pensamiento débil (66).
De todas formas, esa parte cristiana que contiene la cultura occidental, aunque sea pequeña, puede ser removida y ampliada, pues como decía acertadamente Santo Tomás “hay bien sin mal (Dios), pero no mal sin bien” (76).
El libro se desarrolla dialógicamente, de modo que se narran historias, sueños, imaginaciones y conjeturas que son contrastadas de modo animado y cordial. De ese modo, se parece a los diálogos platónicos, aunque el autor ni lo pretenda ni lo imite.
Quizás toda la materia tratada en este magnífico libro podría resumirse en esta interesante cita de Inciarte, cuando desea presentarnos la figura de Romano Guardini y su planteamiento vital en la Alemania de la primera mitad del siglo XX, donde pasaron tantas cosas: “Guardini estaba suficientemente enraizado en el cristianismo latino y en la cultura occidental como para dejar que la una, por así decirlo, engullera a la otra y la hiciera desaparecer en su legítima e insoslayable autonomía: la religión a la cultura o, todavía peor, la cultura a la religión. La religión vivida como tal, el ejercicio religioso de la fe, para Guardini, tenía que dejar fuera de sí la cultura para no dejarse pervertir por ésta” (144).
José Carlos Martín de la Hoz
Fernando Inciarte, Cultura y verdad, ediciones Eunsa, Pamplona 2016, 339 pp.