Último libro publicado por Don Manuel Alvar, linguísta, que fue Director de la Real Academia de la Lengua Española. Reúne nueve artículos sobre el uso del idioma español en España y América.
Edición | Editorial | Páginas | ISBN | Observaciones |
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2002 | Ediciones Temas de Hoy |
254 |
84-8460-172-2 |
Introducción de Alfredo Alvar Ezquerra. |
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El libro comienza con una
El libro comienza con una anécdota sucedida al autor en el mercado de Mitla (México). Dos indias llegan para vender sus productos de hoja de palma trenzada. Alvar se dirige a ellas y les pregunta si hablan zacateca. La respuesta es que no, ellas hablan pura castía (Castilla). El autor hace un repaso del uso que se hace en América del vocablo castilla y da comienzo a los ensayos sobre el uso del español en América.
Alvar narra los esfuerzos que tuvieron que hacer los descubridores para entenderse con los nativos. Los reyes habían dispuesto que los hijos de los caciques se educaran en escuelas especiales para servir de intérpretes y colaboradores de la evangelización. Los aztecas carecían de alfabeto y utilizaban una escritura pictográfica; el franciscano Pedro de Gante, pariente del Emperador, elaboró un catecismo con cientos de dibujos en los que explicaba las verdades fundamentales del cristianismo. Se conservan cuatro ejemplares de este catecismo en México, cuatro en París y dos en la Biblioteca Nacional de Madrid. Fray Pedro amó profundamente a los indígenas, aprendió la lengua náhuatl y compuso poemas con ella; utlizó para la evangelización las canciones y bailes autóctonos y favoreció la alfabetización, la enseñanza de los oficios y las artes.
La dificultad con el idioma que se produjo durante la conquista, sigue dándose hoy en día en pequeños grupos. En toda América hay comunidades indígenas monolingues que desconocen el español. Los gobiernos tratan de incorporarlas a la vida del Estado, sacándolas de la situación de marginalidad a la que les condena su desconocimiento de la lengua común; no obstante existen estudios que señalan la dificultad de influir en esas comunidades monolingues a través de la escuela. Los niños estudian el castellano como nosotros el inglés, sin pensar en utilizarlo fuera del aula.
El lector se sorprende de que Alvar vea como un ideal la desaparición de las lenguas minoritarias que hoy se consideran un tesoro cultural y un derecho de esas comunidades. Se nota que no quiere enredarse con el problema de lo que llama nacionalismo linguístico, pero no puede evitar hacer referencia a las variedades dialectales. Su tesis es que variedades linguísticas puede haber muchas, pero lengua una sola. Y manifiesta que él ha sido entendido del mismo modo desde el norte de Río Grande hasta la Tierra del Fuego, y que sus interlocutores eran conscientes de estar hablando la misma lengua en cualquiera de sus modismos regionales. Recuerda con buen humor como, en Puerto Rico, una profesora de lengua le dijo que si se esforzaba podía llegar a hablar bien el español.
Al contemplar la afinidad fonética entre el español hablado en América y el de Andalucía y Canarias aventura la hipótesis de que ello se debe a que las flotas que iban a América salían de Sevilla y recalaban en las islas. Alvar dedica un largo artículo a la participación de las Canarias en el descubrimiento y posterior colonización de América.
En conclusión, un libro de interés para historiadores y linguístas.