El historiador y filósofo francés Frédéric Lenoir (1962), autor del trabajo que ahora deseamos presentar, ha redactado muchos trabajos de historia de la religión y de filosofía de la edad moderna, pero en este se presenta como un pensador capaz de divulgar, de captar la atención del gran público y hacerlo vibrar con la obra de un pensador del siglo XVII.
Precisamente, Lenoir ha logrado difundir parte del pensamiento del holandés Spinoza (1632-1677), con un ensayo del que ha difundido más de 120.000 ejemplares, lo que puede ser calificado como un verdadero best seller.
El interés de la obra de Spinoza radica en primer lugar, por el intento del descubrimiento del camino que conduce a la felicidad, cuestión que, como es lógico pensar, está dotada de una perenne actualidad. Así nuestro autor, Lenoir, nos señala que: “en su sistema filosófico, Spinoza coloca la razón en el centro de todo. (Spinoza) Está convencido, e intentará demostrarlo, de que la totalidad de lo real, está regido por unas leyes inmutables que explican todos los fenómenos” (15).
Enseguida Lenoir añadirá: “Spinoza propone una vía de liberación fundada en una observación minuciosa de nosotros mismos, de nuestras pasiones, emociones, deseos y constitución física, que es lo único que nos hará libres. Esta convicción de que lo real es totalmente inteligible es la piedra angular de todo el edificio spinozista” (15).
Es interesante que Lenoir recoja un texto del evangelio que era muy admirable para Spinoza y es la afirmación de Jesucristo en el momento culminante de la redención, cuando exclama: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (16). De aquí extrae Lenoir una conclusión muy interesante: “Vencer el mal atacando sus causas profundas le parece mucho más útil que pasar el tiempo indignándose, lamentándose, detestando y condenando, cosa que, demasiado a menudo, nos dispensa de actuar” (17).
Seguidamente, a través de un hilo cronológico, nuestro autor mostrará las raíces del pensamiento de Spinoza, no exento de grandes quebrantos económicos y pérdidas familiares muy dolorosas (29), así como la soledad, desconfianza de vecinos y amigos y hasta de la expulsión de la sinagoga (31), con el consiguiente abandono del barrio y del domicilio familiar (32).
Así pues, en 1660, Baruc Spinoza abandonará Ámsterdam y se instala en Rijnsburg, 40 kilómetros más allá, cerca de la Universidad de Leiden, para comenzar una vida nueva con 27 años de edad en un clima de serenidad y estudio y rodeado de un buen grupo de intelectuales (35-38). Allí publicará sus principales obras y dejará un buen número de discípulos y admiradores.
Spinoza vivirá soltero, concentrado en sus quehaceres, en sus lecturas, trabajos; con un horario meticuloso, casi ascético, dedicado al estudio, las clases y al modesto oficio de pulidor de cristales para lentes, lo que con gracia denomina Lenoir: tecnología punta (42).
José Carlos Martín de la Hoz
Frédéric Lenoir, El milagro Spinoza. Una filosofía para iluminar nuestra vida, ed. Ariel, Barcelona 2019, 166 pp.