Los absolutos morales

 

Tengo que confesar que no me gustó nada la famosa obra irónica y demoledora de Paul Jhonson titulada , Intelectuales, en la que el famoso autor inglés buscaba descaradamente desautorizar el pensamiento y la aportación intelectual de determinados famosos pensadores, con los que no estaba de acuerdo, simplemente narrando historias personales de esos hombres importantes de la historia del pensamiento, en las que quedaban verdaderamente muy mal, como personas nefastas, incoherentes y llenas de bajezas humanas.

Pensaba en esto cuando comencé a leer la autobiografía del teólogo moralista español Marciano Vidal García (San Pedro de Trones, León, 1937), redentorista leonés, profesor Ordinario de Teología Moral de la Universidad Pontificia de Comillas y habitualmente enfrentado al magisterio de la Iglesia en sus obras, a cuenta de los absolutos morales.

En efecto, Vidal, toma descaradamente una posición de protagonismo ya desde las primeras páginas de su autobiografía, como el hombre de la renovación de la teología moral en España desde el final del Concilio Vaticano II hasta nuestros días, sin la menor  sombra de duda acerca de su relación con la verdad de la revelación y del contenido de la fe católica, por lo que no tiene ningún problema en calificar a unos autores de derechas o de izquierdas, de conservadores o casuistas o a otros de modernos renovadores de la moral, lógicamente con él a la cabeza.

Es muy interesante comprobar cómo desde el ocaso de una vida dedicada a la teología moral, se puede reconstruir todo un itinerario intelectual, docente y magisterial con la ayuda y las inteligentes preguntas del jesuita José Manuel Caamaño, quien busca hacerle reflexionar sobre sus orígenes y el desarrollo de su pensamiento. Digo reconstruir pues verdaderamente estamos ante uno de esos castillos destruidos que se reconstruyen y quedan tan bonitos como falsos.

Lo mas duro de este trabajo es que no se ha planteado la parte de responsabilidad que sus orientaciones morales han producido en tantos miles de personas a través de los sacerdotes y religiosos que han acudido a sus clases y a sus textos para formas sus conciencias y lo que han encontrado en ellas en contra de las orientaciones de las encíclicas de los papas Pablo VI (55) y Juan Pablo II (57-58) y, en general, del magisterio de la Iglesia, nuevo Catecismo de la Iglesia Católica (59).

Al menos admite que su maestro Bernhard Häring decía de él: “escribió que en mi obra había demasiada dimensión antropológica y que había que meterle más teología, más base teológica, algo que yo nunca he negado” (77). Quizás si releyera esa frase escrita por él, y la aceptara de verdad a lo mejor entendería que alguno de esos moralistas del Opus Dei de los que afirma que están en desacuerdo con sus obras, sin entender el por qué, podría pasarles sencillamente lo mismo que su maestro: que no están de acuerdo con su modo de hacer teología. En cualquier caso, hay que resaltar que reconoce, que esos teólogos no forman un grupo ni contra él, ni contra nadie (88).

José Carlos Martín de la Hoz

Marciano Vidal, Conversaciones con Marciano Vidal, edición y preguntas a cargo de José Manuel Caamaño, ediciones PPC, Madrid 2016, 199 pp.