El benedictino Luigi Gioia (1968), es doctor en teología por la Universidad de Oxford y profesor de la Universidad Pontificia de San Anselmo en Roma y de la de Cambridge, es uno de los mejores exponentes y sintetizadores de la teología espiritual en la actualidad.
En esta sencilla obra de carácter divulgativo, busca acercar al hombre de la calle, al cristiano corriente, a la vida continua de oración, pues el siglo XXI, como los anteriores, requiere hombres y mujeres de oración que den gloria a Dios con su vida de santidad y con su oración constante a lo largo del día y de la noche.
Como afirmaba ese gran maestro de la oración contemplativa en medio del mundo, san Josemaría, y lo dejó escrito en una de sus obras, Amigos de Dios: “si tú procuras meditar, Dios no te negará su gracia” (n.296). en efecto, el profesor italiano desgranará a lo largo de su obra lo que sucede al cristiano cuando procura meditar y Dios irrumpe en su vida con “destellos inesperados” (49).
Precisamente, en estos días en los que la Iglesia presenta a la meditación de los cristianos los grandes misterios de nuestra fe: la Resurrección, la Ascensión, Pentecostés, la Trinidad, el Corpus Christi y el Sagrado Corazón de Jesús, afirma nuestro autor: “el espacio de la oración, la habitación en la que tenemos que entrar, es la vida de la Trinidad, la relación del Hijo con el Padre y del Padre con el Hijo mediante el Espíritu Santo. Mientras no entendamos esto, la Trinidad seguirá siendo un misterio lejano y abstracto, sin ningún peso en nuestra vida espiritual, en nuestra oración, en nuestra identidad cristiana” (67).
Es interesante que llegado a este punto nuestro autor asombrado de estar hablando de misterios tan profundos, se pregunte si no habrá ido demasiado lejos en su propósito de enseñarnos a hacer oración (69). Evidentemente responderemos que no.
Enseguida, nos dirá que la clave de la vida de oración no está ni en el método, ni en la postura, ni en los temas y posibles técnicas, sino en la actitud correcta. Estamos frente a un amigo, frente a nuestro Padre amoroso, y vamos a mantener una conversación distendida: la actitud es de complicidad, apertura de alma y máximo interés (70).
Por eso, enseguida, se detendrá a desgranar despacio el sermón de las bienaventuranzas para hacernos soñar en los frutos de la vida de oración y sobre todo en lo felices que seremos pareciéndonos a Él: “hijos de Dios” (73) es decir; alegres, serenos, pacientes, justos, misericordiosos, esperanzados, limpios, magnánimos, desprendidos, obedientes, humildes, audaces y fuertes.
Finalmente, nuestro autor nos impulsa a superar la desconfianza, toda desconfianza, poniendo nuestra seguridad y esperanza en Dios: “la conciencia de que dependemos de Dios” (76). Así pues, el secreto está en volver al comienzo del libro: “Díselo a Dios” (161).
José Carlos Martín de la Hoz
Luigi Gioia, Díselo a Dios. El camino de la oración, ediciones Sígueme, Salamanca 2019, 174 pp.