Uno de los temas más importantes de la filosofía actual es una evidente recuperación de los estudios acerca de la antropología como materia de estudio, investigación y, más concretamente, acerca de la posibilidad de elaborarla de modo que se contemple, en dicha ciencia, la apertura del hombre a lo espiritual.
Aunque todavía se producen, en nuestra opinión, excesivos análisis sociológicos y psicológicos, en detrimento de los filosóficos, hemos de reconocer que hay un gran avance respeto a la etapa del predominio marxista en la interpretación filosófica que reducía al hombre a un mero y vulgar animal evolucionado, sometido al materialismo dialéctico, sin libertad.
En esa línea vale la pena releer lo que al respecto señalaba ya una obra clásica de la filosofía de los años setenta. que constituyó el primer trabajo serio del importante filósofo español y catedrático de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, Eugenio Trias Sagnier (1942-2013), que fue publicado por primera vez en 1969 y titulado “La filosofía y su sombra”, y que acaba de ser magníficamente reeditado por la asociación de herederos de Eugenio Trias. Es interesante que cincuenta años después se recupere y se aborde esta importante y delicada cuestión, pues está en juego la integridad del saber más primigenio e importante; al menos el que más nos afecta.
Para introducir la cuestión comentaba hace 50 años, con cierta sorna, nuestro autor: “La filosofía es una actividad secundaria, de limitado interés ‘arqueológico’ pero de innegable interés sintomático. La filosofía sirve de termómetro del saber; termómetro en ocasiones defectuoso, por cierto” (141).
Enseguida, nos dirá que va a reducir la cuestión de la antropología en la teoría del conocimiento y, por tanto, que va a traer a colación textos donde se habla de cognoscente, cognoscible y condición del conocimiento. Ya el hecho de reducir las cuestiones, es sintomático, de cómo se veía la antropología en ese momento y los temas que realmente interesaban (141).
Al volver su mirada hacia la filosofía griega, nos recuerda Trias que en la República de Platón se achacaba a Sócrates el siguiente razonamiento: “para que la vista vea efectivamente, para que lo visible sea realmente visto, se requiere así un término mediador que enlace y conecte ambas ‘capacidades’, las ponga en acto, las acerque y haga posible la visión -el conocimiento-. ‘Porque, aunque habiendo vista en los ojos, quiera su poseedor usar de ella, y aunque esté presente el color de las cosas, sabes muy bien que, si no se añade la tercera especie particularmente constituida para este misero objeto, ni la vista ni los colores serán sensibles’ (Republica, 507c)” (148). A lo que añade Trias: “Este tercer término, la luz, no procede ni de la vista ni de lo visible”. La pregunta por el sol, la cuestión del origen, del exterior, de la procedencia (…). El bien, el alma y las ideas son los tres elementos que se requieren para conocer” (149).
José Carlos Martín de la Hoz
Eugenio Trias Sagnier, La filosofía y su sombra, ediciones Galaxia Gutenberg, Barcelona 2019, 228 pp.