Oliver Sacks, publicó poco tiempo antes de fallecer su último trabajo denominado “El río de la conciencia”, y ha sido editado en castellano en estos días por Anagrama, y a él vamos a referirnos aunque sea brevemente.
El trabajo es una compilación de estudios y de publicaciones dispersas en diversos lugares, con descubrimientos del profesor Oliver Sacks (1933-2015), quien fue un importante neurólogo neoyorkino, como fruto de muchos años de laboriosa investigación.
La obra que ahora comentamos tiene diversos enfoques y tratamientos de las cuestiones, que deben ser conocidos para saber la importancia y el alcance de cada obra, artículo o capítulo del trabajo.
En primer lugar, hay verdaderamente una explosión de entusiastas afirmaciones, sin demostración ninguna, sino intuiciones indemostrables por el momento. Por ejemplo, hablando del origen de la vida señala ingenuamente: “los iones mágicos son el sodio y el potasio, que permiten el desarrollo de células musculares y células nerviosas que reaccionan rápidamente, y la neuromodulación en las sinapsis. Eso es lo que permitió que los organismos pudieran aprender, aprovecharse de la experiencia, juzgar, actuar y finalmente pensar” (71).
En otros momentos, el mismo reconoce que no todos los científicos se salen de su lugar y establecen como demostradas lo que no son más que sospechas pues: “Descartes consideraba a los perros tan carentes de sensibilidad que se les podía diseccionar sin reparo y considerar que sus gritos no eran más que reacciones ‘reflejas’ de carácter casi mecánico” (74).
También existen pasajes donde mezcla estilos y metodologías dispares, y se permite adoptar análisis de sentido común, científicos, junto con otros propios del plano de la antropología filosófica, como es este párrafo interesantísimo sobre la confianza: “la indiferencia hacia las fuentes nos permite asimilar lo que leemos, lo que nos cuentan, lo que los demás dicen y piensan, lo que escriben y pintan, con la misma riqueza e intensidad que si fueran experiencias primarias. Nos permite ver y oír con los ojos y oídos de los demás, entrar en mentes ajenas para asimilar el arte, la ciencia y la religión de toda la cultura, entrar y contribuir a la mente común, a la riqueza general del conocimiento. La memoria no surge solo de la experiencia, sino del intercambio de muchas mentes” (117).
Evidentemente, el lector debe en cada capítulo hacerse una composición de lugar de lo que lee para no mezclar ni los planos, ni los métodos, ni los lenguajes de las diversas ciencias, pues de lo contrario terminará por realizar trasmutaciones que no tienen el más mínimo valor, ni interés, y que solo sirven para demostrar la falta de lógica, tanto para la confianza en la trascendencia de la naturaleza humana, como para afirmar un materialismo que lo niega.
José Carlos Martín de la Hoz
Oliver Sacks, El río de la conciencia, ediciones Anagrama, Barcelona, 2019, 224 pp.