La semblanza biográfica, la verdadera filosofía de la vida y, por supuesto, el organizado sistema de pensamiento de uno de los grandes pensadores del siglo XIX, el danés Soren Kierkegaard (1813-1855), es atrapada y expuesta con maestría por el escritor y filósofo español Carlos Goñi, quien ha sabido introducirse suavemente en la extraordinaria riqueza interior del personaje que había realmente construido su vida entera como una misión.
Es interesante comprobar cómo los diversos planos de la vida de Kierkegaard se van ensamblando hasta conformar una auténtica unidad de vida, conforme a un verdadero revolucionario del espíritu dentro del protestantismo danés del siglo XIX, como su aguijón.
En efecto, la preparación dialéctica de Soren en casa de su padre, con participación desde muy joven en intensos debates religiosos y racionales sobre los grandes problemas del hombre de todos los tiempos, hará de él un profundo inconformista, un impertinente y un auténtico provocador, un verdadero sacudidor de conciencias (12-13) empezando por la suya: “Si Sócrates fue el tábano de Atenas, Kierkegaard será el tenedor de Copenhague” (18).
Lo interesante es que, a través de sus escritos, muchos de ellos firmados con seudónimo, de sus conferencias, de sus invectivas a los grandes de su tiempo, se fue convirtiendo verdaderamente en un impertinente, en un azote y en un tábano para todos los intelectuales, los teólogos idealistas y hegelianos, de modo que hasta los novelistas y escritores se sienten removidos.
Las preguntas que se formula en sus obras y en sus conferencias son siempre cuestiones serias, de las que afectan a los cimientos de alma de una persona. Por tanto, en la semblanza de Carlos Goñi solo podrá detenerse en algunas como la existencia de Dios, la coherencia entre la fe y la vida, la necesidad de una cierta duda en los debates sobre los misterios de la fe cristiana, la verdad del amor como entrega total en el matrimonio, es decir el amor como donación incondicionada, la amistad, la unidad de vida, la honradez en los negocios.
Es interesante comprobar en los textos autobiográficos que ha proporcionado Goñi que nuestro personaje se siente llamado personalmente por Jesucristo para realizar una misión en la vida, además, sabe que cuenta con poco tiempo y que nada debe distraerle de esa tarea capital (20-21).
Si Nietzsche logró desasosegar a su generación con la muerte de Dios, Kierkegaard no dejó en paz a la casta de la Iglesia reformada, hasta lograr que realmente se llegara a un equilibrio entre fe y razón. El perfecto filósofo impertinente capaz de lograr inquietar a toda una generación y perpetrarse en la historia de la filosofía como un hombre inquietante.
José Carlos Martín de la Hoz
Carlos Goñi, El filósofo impertinente. Kierkegaard contra el orden restablecido, ediciones Trotta, Madrid 2013, 176 pp.