La obra intelectual de Nicolás de Cusa ha de ser estudiada con mucha serenidad, en el conjunto de la decadencia intelectual del siglo XV, es decir, el de una época necesitada de profundos cambios y transformaciones que, finalmente, sucederán en el siglo siguiente; en el siglo de las reformas.
Es necesario, por tanto, pensar en la obra intelectual del cardenal Nicolás de Cusa (1401-1464) como el fruto del trabajo de un autor de transición. Es decir, el final de una etapa y el comienzo de otra. Es necesario, por tanto, verla sin prejuicios previos, ni por supuesto con deseos de encontrar en los datos la confirmación de nuestras ideas preconcebidas.
Para su tiempo, invadido del nominalismo ockhamista y, por tanto, del pragmatismo jurídico impulsado por él, lo que se pretende fundamentalmente es solucionar el problema de la unión de la Iglesia, después la unidad de los cristianos y finalmente la conversión y reforma “caput et membris”.
Estudiar la teoría del conocimiento del cusano, verdaderamente inmersa en la “philosophia perennis” de la escolástica parisina del siglo XIII, conduce a una inmensa felicidad, pues como el mismo cardenal Nicolás de Cusa afirmará en su breve ensayo o diálogo sobre la mente que estamos comentando ahora: “La verdadera sabiduría nos hace humildes” (51).
Evidentemente, como ya había señalado Aristóteles, el conocimiento comienza por los sentidos y comienza por la pregunta acerca del nombre de la mente, del intelecto, etc. Pues “distinguiendo, pero no separando” es como avanza humildemente nuestro conocimiento mientras Dos nos conduce y sostiene en el camino (85).
Es muy importante, volver a la metafísica y comenzar por recordar algunas verdades fundamentales, como la de asentar metafísicamente que somos seres participados de Dios: “Lo que en la divina mente es verdad infinita, en nuestras mentes son imágenes próximas de lo divino” (96).
Es muy interesante que en el final de la obra haga referencia al año santo de 1450 convocado en Roma: “ha traído este año a Roma a esta innumerable multitud y ha producido una extrema admiración” (239).
Seguidamente, aprovecha para tratar de como la religión natural está en el hombre desde el principio y se ha mantenido hasta la actualidad, aunque solo la Iglesia católica posee el tesoro completo de la revelación que ha venido a traer Jesucristo y que depositó en la Iglesia. Esto es lo que afirma en la obra “de pace fidei” (1453): “en todos los dotados de inteligencia hay, pues, una única religión y un solo culto, que se presupone bajo la diversidad de ritos” (de pace fidei 16). De hecho, en su obra escrita para atraer a los musulmanes al cristianismo; “cribatio Alcoran” o en el esfuerzo por aplicar el concilio de Florencia en Bizancio hay pruebas de cómo entendía el ecumenismo (242).
José Carlos Martín de la Hoz
Nicolás de Cusa, Sobre la mente, edición de Jordi Quingles, ediciones José J. de Olañeta, Editor, Barcelona 2019, 244 pp.