En el interesante trabajo de investigación que acaba de publicar el profesor Enrique González Fernández, de la Universidad Pontificia de San Dámaso de Madrid, se contienen algunas propuestas de un gran interés y actualidad acerca de la nueva filosofía cristiana que está surgiendo en nuestro tiempo.
La más importante de las propuestas ofrecidas, a nuestro modo de ver, es la exhaustiva documentación presentada para presentar a Ortega y Gasset y Julián Marías como referentes de una nueva metafísica que resuelva los problemas de la metafísica de santo Tomás y, por tanto, que todavía facilite más el camino del hombre para alcanzar un mejor conocimiento de Dios, del hombre y de la naturaleza.
Aunque hay referencias y pistas abundantes sobre la cuestión a lo largo del extenso trabajo que vamos a reseñar, deseamos centrarnos en los capítulos finales del trabajo, donde el autor, después de haber culminado el desarrollo histórico de la materia, se centra en el pensamiento del propio Ortega y de su discípulo Marías.
En el clima del cristianismo como misión (265), nuestro autor desea convertirse en el adalid de la nueva metafísica que iría más allá de la filosofía personalista, aunque tiene como raíz particular en una nueva visión del concepto de persona alumbrado en los escritos de Ortega.
Efectivamente nos dirá nuestro autor con una larga cita de Ortega: “Para entender a la persona ‘hacen falta otras categorías y conceptos. Si se poseen, si se logra una elaboración comparable a la que el pensamiento ha conseguido para sus conceptos básicos, habría alguna esperanza de trasladarlos analógicamente a la Divinidad’” (267).
Inmediatamente, nos recordará González Fernández que para Ortega “la razón es una función vital: esta razón no abstracta es narrativa. No entendemos nada personal más que contando una historia: en esto consiste la razón histórica. No se trata de la razón aplicada a la historia, sino que la historia da razón de la vida humana, así como de la vida divina desde que se encarnó” (268).
Es más, en el propio pensamiento de Julián Marías siguiendo a Ortega se afirma claramente: “la razón vital es razón narrativa, y así, la narración aparece como una forma de conocimiento; lo es la parábola, que permite entender, y es la manera que emplea principalmente Cristo; los Evangelios están llenos de parábolas o de expresiones que tienen un sentido parabólico, narrativo” (269).
Enseguida añadirá González Fernández que el Evangelio “resulta de asombrosa coherencia con la nueva metafísica de la razón narrativa, histórica o vital. ¿A qué se debe esto? Ante todo, porque aquel que nos ha creado a su imagen y semejanza es el ‘Dios de la vida’, alguien tripersonal, y por lo tanto dinámico, ‘la vida que renueva el mundo’, ‘la resurrección y la vida’, el que ha ‘querido dar la vida en rescate por todos’, al que pedimos ‘nos lleve a la vida eterna’” (269)
José Carlos Martín de la Hoz
Enrique González Fernández, Otra filosofía cristiana, ediciones Herder, Barcelona 2020, 435 pp.