Entre las muchas e importantes obras aportadas a la Teología y, en concreto, a la Teología espiritual, salidas de la pluma del famoso profesor y ensayista Romano Guardini (1885-1968) indudablemente destaca su famoso trabajo “El Salvador”. Un tratado que versa sobre la figura del Salvador y sobre la salvación. Por tanto, sobre la salvación obrado por Jesucristo, Dios y hombre verdadero, del género humano. Un libro cuya fama, con el paso de los años, no ha hecho más que engrandecerse y abrir horizontes a ulteriores estudios.
La luz que aparece en ese tratado, lógicamente, termina por alumbrar y dar sentido a otras obras menores, como la que dedica Romano Guardini a pensar y ensayar el modo más eficaz de trasmitir la fe a las generaciones futuras, En ella, como veremos enseguida, vuelve a retomar la cuestión, aunque de modo más breve y sustanciando, los profundos argumentos.
Efectivamente, en el ensayo que ahora nos ocupa, Guardini, se entretiene a hablar en términos históricos y mitológicos de los diversos conceptos de salvador y de los diversos tipos de salvadores que se han presentado en la historia. Lógicamente, yodo cambia radicalmente cuando detiene su mirada en Jesucristo (55-56).
Guardini destaca sobradamente de manera única y providencial, la figura de Cristo. Hombre total y Dios total que ha entrado en la historia como el redentor de todo el género humano por toda la eternidad (58).
La somera descripción de Jesucristo salvador del género humano es completamente inaudita en su tiempo y completamente rompedora en la actualidad: “Libera al hombre de la sumisión ineludible a la alternancia de vida y muerte, luz y tinieblas, ascenso y descenso. Rompe la fascinadora monotonía de la naturaleza, aparentemente impregnada de todo el sentido de la existencia, pero, en verdad, destructora de toda la dignidad personal” (61). Enseguida volverá sobre la cuestión de los yugos de los que nos libera Cristo, pues al devolvernos la filiación divina “nos otorga una libertad que no proviene de la naturaleza sino de la soberanía de Dios” (62).
Cristo viene de arriba (Io 8, 23), su poder procede de lo alto, pues es el Hijo Unigénito del Padre: “Cristo proviene de la libertad de Dios, una libertad independiente, dueña de sí. Ya por eso nos libera de la ley del mundo. Él revela que existe lo otro, lo verdadero y absolutamente otro, que no es dimensión más del mundo. Él mismo es eso otro, y lo es de tal manera que se puede llegar a él. Él es el Dios santo, vuelto hacia nosotros en amor y hecho hombre por amor” (65).
La conclusión del libro es el capítulo: “Solo quien conoce a Dios conoce al hombre” (117-134). Y es anticipado páginas antes: “Si el hombre acepta lo que Cristo le ofrece, se le abren los ojos acerca de quién es Dios y quién es él mismo, qué es él mismo y qué es el mundo. Esta es la verdad, y por medio de ella llega a ser libre” (65-66).
José Carlos Martín de la Hoz
Romano Guardini, Experiencia religiosa y fe, Biblioteca de Autores cristianos, Madrid 2016, 145 pp.