El catedrático de filosofía del derecho de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, Ignacio Sánchez Cámara, es actualmente uno de los grandes intelectuales españoles pues está dotado de una fácil prosa, de una cabeza bien formada, con criterio y de un gran amor a la libertad (p. 86), como se ha ido comprobando en sus interesantes aportaciones a los problemas que han surgido en estos años en nuestra sociedad.
En esta ocasión, nos ha regalado sus anotaciones espirituales, ideas importantes de un artículo de prensa y ráfagas de pensamiento, por si nos sirven a nosotros, al lector siempre ávido de palabras y de ideas, para facilitar que salte esa chispa que, muchas veces hace que se desencadene descaradamente lo que se llama “las cosas del Espíritu” en nuestras almas.
La cadencia de este sencillo trabajo recopilatorio, arranca, lógicamente, del silencio, del recogimiento interior, de la escucha pues, para poder hablar con Dios y con los nuestros, se necesita quietud, y sólo con ella se enciende la vida contemplativa, es decir, se pone en marcha o cobra nuevos impulsos (24-25).
Inmediatamente, se detendrá nuestro autor a hablar sobre la Universidad, es decir “Una comunidad de maestros y discípulos” como se definía la primera universidad cristiana de París (38), pues así nació históricamente y por tanto las raíces son inamovibles, aunque las tendencias sean cada vez más prácticas (35). Lógicamente, aletea en sus palabras y deseos de estudio y de búsqueda de la verdad (67), la necesidad urgente de contar con maestros, muchos más maestros y formados en la investigación (136-137).
Espigando algunas cuestiones de la lectura de este trabajo me quedaría con algunas de ellas, por ejemplo, la importancia de la adoración de Dios en la eucaristía, en la creación, en lo sagrado que impregna nuestra vida (48) y, por supuesto en las breves pero importantes aproximaciones a la oración personal, verdadera con Jesucristo vivo (65), con las tres divinas personas (49). Asimismo, nuestro autor contempla y distingue la oración del amanecer, del mediodía, de la tarde y, finalmente, de la noche, pues durante siglos la oración del contemplativo seguía los tiempos del breviario o liturgia de las horas (53-58).
Como quien lo tiene bien experimentado, primero como docente y luego como hombre de prensa, de conferencia-coloquio, de debate intelectual de altura, de diálogo habitual con la cultura de nuestro tiempo, el profesor Sánchez Cámara, muestra ser un hombre de criterio propio que sabe distinguir los aspectos en donde está la verdad revelada y aquellos otros que quedan al libre albedrío de los hombres y en los que hay avances y profundización cuando hay apertura a la opinión contraria o distinta (73).
Es lógico que como hombre de fe, concluya: “El sabio confía en Dios y quien confía en Dios no teme nada” (75). A lo que, inmediatamente, añadirá: “La dignidad del hombre procede de su condición personal y no depende de la posesión de ningún requisito o facultad vitales. Una vida o una acción pueden ser indignas, una persona no” (83).
José Carlos Martín de la Hoz
Ignacio Sánchez Cámara, Las cosas del Espíritu, ediciones Didaskalos, Madrid 2021, 178 pp.