A primera vista, el enunciado nos parece indudablemente un plan demasiado ambicioso para desarrollar en tan pocas páginas, pero nuestra autora lo resuelve inmediatamente centrando su investigación en los tres libros sobre Jesús de Nazaret, publicados con el nombre de Ratzinger-Benedicto XVI, pues de ese modo se unen el objetivo pastoral del Romano Pontífice: conocer y amar a Jesucristo, con el profundo conocimiento teológico y escriturístico, propio del científico.
En primer lugar, se detendrá nuestra autora en relacionar cristología y Trinidad; espíritu de comunión, un concepto teológico tan querido e investigado por Ratzinger: “Junto al carácter relacional constitutivo de la persona, Ratzinger destaca el carácter dialógico de tal relación. No se trata de una relación estática sino sostenida dinámicamente por el diálogo interpersonal. Existir en relación es existir en diálogo, en comunicación, en comunión” (54),
Lógicamente, en la relación entre Dios Padre y Dios hijo, el don de la comunión se une al don del amor y de la entrega mutua, para culminar en la plena identificación de Cristo con si Padre: “Ese continuo recibirse y donarse sería para Ratzinger lo constitutivo de la existencia del Hijo, en cuanto se manifiesta allí su comunión cognoscitiva y volitiva filial, ya que todo lo recibe del Padre y todo se lo entrega al Padre. En cierto sentido, nos afirma que el Hijo no existiría sin el Padre, ni el Padre sin el Hijo, ya que son correlativos” (70).
Mas adelante, se refiere a una verdad, que es la mediación entre Dios y los hombres: “El diálogo de Jesús es también mediador. Habla a los hombres de lo que ha escuchado del Padre, y al mismo tiempo habla al Padre de lo que viven los hombres, de sus necesidades, de los que ha tomado como suyos” (93).
No queremos terminar esta breve reseña del libro que estamos comentando sin resaltar el tratamiento de Ratzinger sobre la plena identificación en Cristo entre vocación y misión: “la identificación de persona y misión en Jesucristo (la persona es el oficio, el oficio es la persona) es una afirmación de amplísimo alcance si consideramos el carácter filial de su ser referido sustancialmente al Padre” (135).
De hecho, en la soteriología y en la cristología se muestra que el misterio de la cruz anuda claramente la unión con el Padre pues ya no se trata de acciones sino de ser: “La cruz es la máxima expresión de abandono, de salida de sí mismo -dar su vida-, y de entrega al Padre; un acto que va más allá de la acción misma, que actualiza su ser en relación al Padre como respuesta de amor” (139). Unas páginas después, hablando de la entrega sacrificada de Jesucristo por los hombres añade: “lo esencial de la cruz no es el dolor sino el amor ya que el principio constitutivo del sacrificio no es la destrucción sino el amor” (167). Y finalmente: “la entrega de Cristo es plenamente libre, ya que es obediente porque quiere serlo, por amor al Padre, porque la voluntad del Padre es lo que le hace ser, su razón de ser” (171).
José Carlos Martín de la Hoz
Pierina Monte Riso, El misterio del Hijo. Perspectiva filial de la cristología de J. Ratzinger, ediciones eunsa, Pamplona 2021, 196 pp.