Perspectivas históricas sobre la guerra civil

 

Los catedráticos de Historia Contemporánea, Julio Montero (Universidad internacional de la Rioja) y Javier Cervera (Universidad Francisco de Vitoria) han desarrollado con gran solvencia y manejo de fuentes el amplísimo tema: “Violencia anticlerical en la segunda república y guerra civil española”.

Las dos conferencias aludidas se han desarrollado dentro del ciclo del ciclo anual de seminarios de profesores del área de disciplinas históricas del Studium generale de la Prelatura del Opus Dei en España, a la que han acudido desde muchos lugares de España y Madrid, a los que se han añadido profesores de diversas universidades de Madrid.

Como siempre, el alto nivel de los ponentes y el gran interés suscitado entre los profesores, ha hecho que el ambiente fuera, desde el comienzo, de gran aprovechamiento y máximo rigor, tanto en las exposiciones como en el debate posterior. Además, el director del Ateneo de Teología de Madrid, José Ignacio Varela, ha puesto a nuestra disposición las instalaciones del Ateneo y nos ha ofrecido no solo un almuerzo sino un ambiente de serenidad para el quehacer científico y el descanso.

La sustancia de las intervenciones de los dos ponentes podría resumirse brevemente en la ruptura del consenso histórico, aproximadamente desde finales de los años noventa hasta la actualidad, con la consiguiente entrada de diversas perspectivas, lógicamente complementarias, sin que hayan dejado de darse también las radicalmente enfrentadas. No podemos olvidar que en algunos historiadores la pasión en la interpretación de los hechos puede ser extrema. Lógicamente, hay algunas cuestiones ya clarificadas.

Indudablemente, como ha sido magistralmente expuesto esta mañana, las raíces del anticlericalismo que estallará de un modo cruel desde los primeros días de la guerra civil en las zonas republicanas, venía originándose paulatinamente ya desde finales del siglo XIX.

Efectivamente. el anticlericalismo violento ya había apuntado maneras en la quema de iglesias y asesinato de clérigos tanto en la Semana Trágica de Barcelona, en 1909, como en Madrid en mayo de 1931, apenas cumplido un mes del nacimiento de la Segunda República, como en la revolución de Asturias de octubre de 1934, donde se planteó como un ensayo práctico de cómo podría ser la revolución obrera y su vertiente de eliminación de la Iglesia católica.

Es interesante comprobar que desde Roma las indicaciones que llegaron a través del Nuncio y que fueron secundadas por la jerarquía de la Iglesia, fue la del respeto a la autoridad civil y colaboración en el desarrollo de la vida social y económica. De hecho, fueron muchos los católicos españoles que fueron sinceros republicanos y trabajaron desde sus diversísimas profesiones por el bien común.

Evidentemente, que la pérdida de fieles de la Iglesia en las barriadas extremas de las grandes ciudades y la palatina descristianización de algunos sectores de la intelectualidad y de amplias zonas rurales, pusieron en pie lo que llamaban algunos exageradamente como la “apostasía de las masas”.

José Carlos Martín de la Hoz