La dignidad de la persona humana

 

La solemne celebración del Concilio Vaticano II (1962-1965), indudablemente supuso un giro copernicano respecto a todos los concilios universales que le habían antecedido, desde el primer concilio de Jerusalén, en los albores de la Iglesia naciente, hasta el último ya citado.

Precisamente, el Concilio Vaticano I, en 1870 había ahondado en la doctrina de la fe recibida de Jesucristo y conservada tanto en la Sagrada Escritura como en la extensa y abundante Tradición y, por supuesto, entregadas al Magisterio universal y, además, había concluido que el Santo Padre era indudablemente infalible en materias de fe y de moral, cuando hablaba “Ex catedra” y, tras haber consultado a los obispos del mundo entero en plena comunión con él.

Así pues, el Concilio Vaticano II decidió dejar de mirar en su interior para dirigirse resueltamente al mundo y entrar con él en un sincero y franco diálogo, gracias a la existencia de un punto común en el que la convergencia era verdaderamente plena; la dignidad de la persona humana.

En la obra del catedrático de filosofía del derecho de la Universidad de Alicante, Manuel Atienza, editado por Trotta que ahora presentamos, ha decidido ahondar en ese concepto de la extraordinaria dignidad de la persona humana como clave y fundamento del orden jurídico actual en España.

Evidentemente, sin ese concepto de la dignidad de la persona humana no hubieran podido escribirse tan acertadamente sobre los derechos humanos, ni se hubiera podido establecer constituciones en los países democráticos, ni formalizar una sociedad de naciones como es la ONU.

En ese sentido, el profesor Atienza aparece como un jurista ecléctico que da muchas vueltas a este concepto de la dignidad de la persona, buscando el máximo consenso universal y siempre atento a que los ateos y agnósticos no puedan argüir que la “espiritualidad del alma” sería algo que nos separaría a los católicos del resto de pensadores.  La Iglesia católica sostiene que el hombre es imagen y semejanza de Dios porque el alma humana contiene dos potencia espirituales y superiores como la inteligencia y la voluntad.

Precisamente, en los últimos años de su Pontificado de Benedicto XVI animó a los pensadores cristianos a ahondar en el concepto tan habitual del pensamiento y la cultura contemporánea durante siglos denominado derecho natural; un instrumento jurídico y filosófico que aclaraba muchas cuestiones. Así pues, el concepto de dignidad de la persona humana está plenamente aceptado y sobre esa base trabajamos para que sea una realidad en el desarrollo sostenible, la ética universal, el mundo jurídico y su actual desarrollo. La Iglesia y los pensadores cristianos siguen colaborando con sus colegas para construir una sociedad justa,

José Carlos Martín de la Hoz

Manuel Atienza, Sobre la dignidad de la persona humana, ediciones Trotta, Madrid 2022, 173 pp