El norteamericano de origen japonés, Francis Fukuyama (Chicago 1952), vuelve a intervenir en el debate cultural contemporáneo a través del breve ensayo reivindicativo del liberalismo que ahora presentamos. Eso sí, liberalismo a la europea, es decir, sobre las esencias de la cultura occidental contemporánea del llamado centro liberal.
Efectivamente, la primera parte del trabajo de Fukuyama cobra una deriva pesimista, desencantada, fruto de la exposición de los grandes problemas actuales derivados del fracaso del liberalismo y, en general, de la democracia occidental capitalista (con acentos sociales) por no haber sido capaz de mantener (con el socialismo europeo) la civilización de consumo y el estado del bienestar y, en consecuencia, habernos introducido en una profunda crisis.
Precisamente, nuestro autor muestra el ascenso imparable de una nueva sociedad globalizada (no sabemos si será una sola o de dos mitades, pues eso depende de Putin y China), pero que todavía no está bien perfilada, pues solo apunta, por el momento, a que la nueva civilización serán mundiales, será feminista, digital, individualista, con amplios espacios solidarios y poco más.
Frente a esas corrientes de moda que indudablemente aparecen distintas y distantes, pero que van convergiendo, la propuesta de Fukuyama consiste en “defender y salvaguardar nuestras democracias liberales”, pues como él mismo afirma: “sean cuales sean dichos defectos del liberalismo, quiero demostrar que sigue siendo preferible a las alternativas iliberales. Cedo a otros la tarea de extraer conclusiones políticas más específicas de los principios generales” (15).
En el desarrollo histórico de nuestro autor, sigue siendo patente el desconocimiento de la influencia de la escuela de Salamanca y de las aportaciones a la economía y desarrollo económico de nuestros juristas y teólogos, como Vitoria, Soto y Covarrubias. Además, debo discrepar de nuestro autor, puesto que utilizar a Hobbes para presentar la importancia del liberalismo a nuestros conciudadanos es inviable, pues todo el mundo sabe que al autor del Leviatán, no le importaba entregar la libertad personal a cambio de la paz social (23).
Evidentemente, en su extensa exposición de motivos por los que defender el liberalismo, los más interesantes son los que subrayan la importancia del don divino de la libertad para amar a Dios y a los demás (24), la dignidad y desarrollo de la persona humana (25), el libre mercado (26), la propiedad privada (27), la compatibilidad del liberalismo con las prestaciones sociales del Estado (43).
Nuestro autor tendrá, finalmente, que reconocer que la absolutización de la libertad, de la justicia o de cualquier otra de las facetas del liberalismo “es cuestionable desde un punto de vista teórico y al mismo tiempo se ha desarrollado de manera problemática en las sociedades liberales” (69). Así pues, llegados a este punto, lo dejaremos estar.
José Carlos Martín de la Hoz
Francis Fukuyama, El liberalismo y sus desencantados. Cómo defender y salvaguardar nuestras democracias liberales, ediciones Deusto, Barcelona 2022, 173 pp.