En los cielos y en la tierra

 

Hay un empeño bastante declarado por parte de ciertos sectores de la política de izquierda por pisotear lo que siempre ha sido la creencia de los hombres, al menos en nuestro país. Actúan contra natura como si fuera lo más  normal y ven algo estupendo en la homosexualidad, el aborto, la eutanasia, etc. Y los mismos que buscan y promueven que los niños quieran ser niñas y al revés, se empeñan en la muerte del no nacido. ¡Qué esfuerzos ímprobos por dejar claro la libertad de la mujer para abortar! ¡Prohibido escuchar el latido del niño, no sea que cambie de opinión y le salven la vida! Es lo más antinatural e inhumano que pueda pensarse.

Recomiendo la lectura de un clásico, breve y sustancioso: “Asesinato en la catedral” de T.S. Eliot. Es lo mismo de ahora, una historia del siglo XII que en el fondo es lo de hoy. Una animadversión a las enseñanzas de la Iglesia, como ocurre ahora. En nuestro país es un desacato a la autoridad la defensa del no nacido. Es lo más parecido a una negación de la voluntad de Dios, una negación de la creación, una negación de Dios mismo. Parece que es lo que buscan y hay muy pocos en España dispuestos a defender la vida, lo que la Iglesia ha enseñado desde siglos.

En la obra de Eliot, un coro de mujeres manifiesta estos mismos temores: “Aquellos que te niegan no podrían negarte si tú no existieses, y su negación nunca es completa porque, si lo fuera, no existirían. Viviendo afirman tu existencia; todas las cosas viviendo, afirman tu existencia: el pájaro en el aire, tanto el halcón como el pinzón; la bestia en la tierra, tanto el lobo como el cordero (…) Por tanto, el hombre, a quien creaste para que tuviera consciencia de ti, debe alabarte conscientemente (…) Incluso con la mano en la escoba, encorvada al encender el fuego, doblada la rodilla para limpiar el hogar (…) Incluso en nosotras la voz de las estaciones, el gangueo del invierno, la canción de la primavera, el zumbido del verano, la voz de los animales y los pájaros cantan tu alabanza”.

Pero parece que hoy son pocos quienes quieran alabar al Creador, que estén dispuestos a defender lo que siempre ha sido la voz de Dios, expresada en las Escrituras y defendidas por los cristianos. En la predicación de Navidad del arzobispo Becket, manifiesta el contraste presente en la liturgia: “Mi sermón en esta mañana de Navidad será muy breve. Tan solo desearía que meditarais en vuestros corazones el profundo significado y misterio de nuestras Misas de Navidad. Porque cada vez que decimos la Santa Misa nos representamos la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo, y en este día de Navidad la decimos en celebración de su Nacimiento, de modo que a la vez que nos regocijamos por su venida para la salvación de los hombres, de nuevo ofrecemos a Dios su cuerpo y su sangre en sacrificio, oblación y expiación de los pecados de todo el mundo”.

Impresionante contraste que, de alguna manera, podemos vivir en el día a día en esta sociedad nuestra en la que muchos cristianos se sienten felices de celebrar la Navidad, al mismo tiempo que otros muchos, mayoría, se suman a la fiesta negando de echo la existencia de Dios en sus vidas. Les da igual celebrar la Navidad que la Semana Santa, solo quieren vacaciones,

No hemos llegado en nuestra sociedad a matar al obispo porque nos molesta, pero hemos llegado a matar a miles y miles de niños, simplemente porque estorban, y admitimos como  políticamente correcto, lo que es naturalmente un asesinato.

Ángel Cabrero Ugarte

T. S. Eliot, Asesinato en la catedral, Ed. Encuentro 1997