Indudablemente el comienzo del trabajo apostólico del Opus Dei en archipiélago de Filipinas supuso en la vida de la Prelatura el verdadero comienzo del asentamiento e inculturización en el Oriente puesto que en Japón, que se había comenzado antes, la labor siempre caminará lentamente, mientras que Filipinas ya convertida por entonces en crisol de razas, supuso una verdadera explosión de labor, conversiones y vocaciones.
Rafael de Pedro un joven y aguerrido sacerdote e ingeniero industrial de Tolosa, nos narra alegremente en el libro que ahora presentamos como llegaron don José Morales y él junto a algunas vocaciones de españoles y filipinos llegados de Europa y Estados Unidos a Manila en el centro de Filipinas, como una verdadera avanzadilla en el extremo Oriente que pronto se convirtió, desde diciembre de 1964, en la auténtica “perla del Oriente (27, 43).
Aquel país alegre, entusiasta, emprendedor y trabajador que tenía, desde el siglo XVI, profundas raíces españolas, en su cultura y en su religión y que había recibido de Estados Unidos el dinamismo de la lengua y de la economía, fue verdaderamente providencial.
Es más, la abundancia de vocaciones y posibilidades apostólicas de Filipinas se tradujeron en muchas labores en Filipinas y desde Filipinas, por tanto, pronto se pudo comenzar en Taiwan, Corea del Sur, Singapur, Hong Kong, Macar, Indonesia, Vietnam y tantos otros puntos de ignición como existen en la actualidad. De esto hablará en el siguiente libro (204).
El trabajo está lleno de chispeantes anécdotas y, sobre todo, de nombres de personas y, por tanto, de encantadoras familias en las que la vocación cristiana de santidad en medio del mundo fue arraigando y extendiéndose a otras nuevas hasta llegar al último rincón del archipiélago y a través de las amistades a tantos países del oriente. De ese modo la extensión fue capilar y entrañable (65).
Asimismo, el autor nos narra con toda sencillez los innumerables errores a la hora de hablar inglés con acento español y con cultura desconocida para los habitantes de aquellos lugares pero que mostraron la humildad y el sentido del humor de unos europeos que solo querían contagiar el amor a Jesucristo con mucha simpatía y tenacidad profesional (48).
Es conmovedor comprobar que sucedió, como en tantos otros lugares del mundo y al propio san Josemaría en los comienzos del Opus Dei, que algunos de aquellos primeros frutos de labor y vocaciones no cuajaron y sufrieron la pena de ver como se alejaban de la Obra quienes habían sido los primeros (77). Siguieron trabajando con ahínco y pronto pudieron gozar de una perseverancia conmovedora (84).
José Carlos Martín de la Hoz
Javier de Pedro, La perla del Oriente. Recuerdos del inicio del Opus Dei en Filipinas, ediciones Rialp, Madrid 2023, 205 pp.