El famoso sacerdote y escritor Charles Moeller (1912-1986), experto en teología ecuménica y literatura del siglo XX, alcanzó fama internacional con sus volúmenes “Literatura del siglo XX y cristianismo”, pero antes editó un sencillo trabajo que merece la pena reseñar ahora. Se trata de una serie de conferencias sobre el humanismo. Indudablemente, la obra de nuestro autor está transida de un gran amor a la verdad y de una fina sensibilidad por la cultura y la grandeza de la dignidad de la persona humana (22).
En primer lugar, nos plantea Moeller el problema del límite del humanismo cristiano: “el cristianismo es, ante todo, la revelación de las verdades originales, don de beneficios gratuitos, puesto que nos introduce en un mundo que ni el dinamismo humano más elevado le era dado entrever” (29).
Indudablemente, nuestro autor no solo sublimará los grandes ideales humanos para hacerlos divinos, sino que traerá a los hombres las realidades sobrenaturales reveladas y vividas por Cristo para revelarnos un mundo nuevo: los cielos nuevos y la tierra nueva (30).
Es lógico, nos dirá nuestro autor, que el mundo siga a quien aporte mayor esperanza (34). En ese sentido se entiende la crítica de la modernidad a Homero y a las grandes cualidades del hombre héroe de la mitología griega pues “es siempre consciente de lo que le faltará siempre: la inmortalidad de los dioses y la posesión de un mundo celestial y eterno” (76).
Precisamente, al abordar la figura de Virgilio y su obra, es cuando Charles Moeller presentará el anhelo de Dios que aparece en el hombre de la antigüedad clásica, “pues hacen de la antigüedad una alborada del cristianismo”, pues, indudablemente “el alma de Virgilio se halla total y misteriosamente abierta a un mundo superior” (77). Enseguida añadirá: “Para nosotros los cristianos, el contacto con el alma antigua fortifica nuestra comprensión del cristianismo en tanto sobrenatural, es decir, gratuita, nos ayuda a poner las cosas en su lugar, sin confundirlas” (81).
Es interesante la referencia a don Quijote en el marco del renacimiento y del siglo de la ilustración pues en él se da el equilibrio entre la sabiduría y el heroísmo y al final todo se reduce en la conversión a Cristo que ni Montaigne, ni Goethe terminan por acertar (112). Si Rousseau es un niño grande que no quiere enfrentarse a la vida (123), Nietzsche es el radical que pretende la muerte de Dios para convertirse en Dios (141). Así concluirá Moeller: “Tanto en el clasicismo como en el romanticismo hay, pues, valores humanos y valores cristianos: equilibrio humano, por un lado, aspiración a lo absoluto heroico o místico, por otro; sentido cristiano de los valores terrenos, por una parte, sentimiento de la necesidad de lo infinito, por otra” (155).
José Carlos Martín de la Hoz
Charles Moeller, Humanismo y santidad. Testimonios de la literatura occidental, Encuentro, Madrid 2923, 207 pp.