Beatrice Salvioni (Monza 1955) es actualmente una autora de éxito y lo ha logrado en muy poco tiempo y, además, con pocas obras en su haber pero, sobre todo, lo ha conseguido con una novela de éxito “La malnacida”, una verdadera novela que golpea y conecta con un público muy amplio. De hecho, es un “best seller” en parte del mundo.
Se trata de una Novela realista en torno a 1936, una historia situada en los años del fascismo italiano y de la Italia en guerra en Etiopía, enmarcada en una pequeña localidad italiana, Monza, un ambiente rural y burgués de pequeña ciudad de provincias, en un clima católico tradicional, lleno de costumbres y tradiciones de siempre, con muestras de verdadera religiosidad popular, con fe sólida y sórdida; falta oración personal en muchos protagonistas y sobran prácticas rutinarias.
Quizás, en aquel tiempo, como en la España rural de esa época, había mucho adoctrinamiento y faltaba formación. El libro narra la amistad de la protagonista, Francesca, una hija de familia media acomodada con “La malnacida”, Magdalena, una niña desmedrada, que trae mala suerte, gamberra y malcriada en la calle, atrevida que, con el paso de los años, correría el riesgo de vivir enfrentada con todo y con todos.
Indudablemente, la autora, Beatrice Salvioni, ha sabido meterse en el marco geográfico y cultural, como nadie, para desarrollar una verdadera novela histórica sobre el desarrollo de la adolescencia de dos jóvenes, en el mundo y entre sí.
La palabra naturalidad atraviesa toda la novela donde pasan cosas sencillas dentro del período de la pre guerra mundial, antes de la desafección del duce con la Iglesia católica y, por supuesto, mucho antes del final del fascismo. Naturalidad suena fuerte pero real: naturalidad, aunque suponga romper las reglas. Y con naturalidad se desarrolla la amistad entre dos adolescentes en pleno despertar de la vida, el machismo, la curiosidad y la sexualidad.
La fuerza dramática aparece de repente en muchas ocasiones, como cuando Magdalena rezaba y la arrastraba a rezar con ella. Lo hacían con verdadera intensidad, de modo que afirmaba claramente: “Con Magdalena yo también volvía a creer en secreto” (122). Su hermano, Ernesto se la confió cuando se fue a la guerra de Mussolini (123). Un problema de “bullying escolar” (135) mezclado con una infantil insurrección frente al fascismo imperante (143-148). Magdalena le había enseñado a rezar: “Había decidido creer y cuando se empecinaba en algo no se apartaba de su objetivo. Quizá hablando con Dios se sintiera más cerca de Ernesto (su hermano soldado) porque sabía que en algún lugar él estaba haciendo lo mismo” (175).
Leer esta novela ayuda a entender la rabia que existe en muchas mujeres jóvenes de hoy. Efectivamente leer esta novela les enseñará, como a la protagonista, a romper con el status quo y rebelarse (224). Pues, como le había dicho Ernesto a su hermana: “No permitas que nadie apague tu fe” (229).
José Carlos Martin de la Hoz
Beatrice Salvioni, La malnacida, ediciones Lumen, Barcelona 2023, 251 pp.