El libro-testimonio sobre Benedicto XVI escrito por el que fuera su secretario, George Gänswein, menciona la conferencia que pronunció el entonces cardenal el 27 de mayo de 1998, en el Congreso Mundial de Movimientos Eclesiales, bajo el título de Los movimientos eclesiales y su colocación teológica. Se puede consultar en internet y su contenido es excelente.
1. El Cardenal distingue en la Iglesia una estructura institucional permanente, basada en el sacramento del Orden: Obispos, presbíteros y diáconos, a traves de la cual se hace presente y se perpetúa la presencia y la misión salvífica de Nuestro Señor Jesucristo en la tierra. En segundo lugar menciona la acción carismática que, a impulsos del Espíritu Santo, se dirige a renovar la vida y misión apostólica de la Iglesia adaptándola "a las situaciones siempre cambiantes" (pág.22). El Espíritu no utiliza necesariamente a los elementos jerárquicos para su actuación, sino que puede usar a simples fieles. No se trata de defender la existencia de dos Iglesias, una jerárquica y otra carismática, sino de una sola Iglesia que es jerárquica y carismática a la vez.
2. Ratzinger retrocede en la historia para identificar lo que llama "irrupciones del Espíritu Santo" y que estarían cercanas a lo que ahora conocemos como movimientos. Identifica cinco:
a) El movimiento eremítico y monacal aparecido en Egipto en el siglo III, que a partir del siglo VII se convertirá en un monacato misionero.
b) El movimiento cluniacense de reforma de los siglos X y XI.
c) El movimiento que el autor llama evangélico, en el siglo XIII, protagonizado por san Francisco de Asís y santo Domingo de Guzmán, que tenía como objeto seguir el ejemplo de Cristo tal como se encuentra en los Evangélicos. Ratzinger señala como san Francisco de Asís "no tenía intención de fundar una nueva Orden religiosa (...) sino de renovar la Iglesia en base al Evangelio y de llevarlo hasta los confines de la tierra" (pág.17). El autor recuerda como el clero secular se opuso a los mendicantes, los cuales encontraron su apoyo en los Papas. Refiriéndose al clero secular de la Universidad de París, Ratzinger escribe que "los exponentes de una idea restringida y empobrecida de la Iglesia, que absolutiza la estructura de la Iglesia local, no podían tolerar a la nueva clase intrusa de anunciadores" (pág.19).
d) Los nuevos movimientos de evangelización que aparecieron en el siglo XVI y de los cuales el Cardenal sólo menciona a los jesuitas.
e) Las Congregaciones aparecidas en el siglo XIX dirigidas a la evangelización y la caridad, entre las que abundan las congregaciones de mujeres.
3. El autor detiene su exposición en el siglo XIX aunque está hablando a los movimientos aparecidos en el siglo XX. Estudiados en un contexto histórico los nuevos movimentos se entienden mejor: son manifestaciones del Espíritu Santo en la vida de la Iglesia, que no tienen nada que ver con el monacato y encontran su reflejo en los textos del Concilio Vaticano II cuando trata sobre el laicado: Matrimonio y familia, trabajo, actuación social y apostólica. En la Introducción el Cardenal menciona al Camino Neocatecumenal, Comunión y Liberación y el Movimiento Focolar; pero no se refiere a su tratamiento jurídico-canónico -no es el lugar-, que es la verdadera dificultad para los movimientos. Con frecuencia estos desearían no necesitar un tratamiento jurídico propio -Ratzinger ha mencionado la idea inicial de san Francisco de Asís de no fundar una nueva Orden-, sino que buscan integrarse y renovar desde dentro la vida de la Iglesia, pero ello no impide que necesiten una estructura de gobierno y organización.
4. El autor señala como los movimientos son un regalo del Espíritu Santo a la Iglesia y que "usando el don de discernimiento, debemos aprender a aceptar lo bueno de ellos y a descartar lo malo" (pág.22). Los carismas están sujetos a la Iglesia y Ratzinger recuerda como en el primer libro de Samuel el profeta hace saber al rey Saul que la obediencia es mejor que el sacrificio (I Samuel 13, 8-22).
5. ¿Cuáles son las características de los movimientos? -se pregunta Ratzinger- y responde que "el criterio esencial es el arraigo en la fe de la Iglesia (...) inseparable del deseo de unidad" (pag.23). A continuación, hay que señalar la necesaria dimensión apostólica y la disposición de servir, manifestación de la caridad que han de vivir todos los cristianos. La pobreza, castidad y obediencia no se practican de igual forma por todos los participantes en los movimientos -lo que excluye que puedan considerarse religiosos-, pero son puntos de referencia para la vida personal de sus miembros.
6. Sobre los peligros que acechan a los movimientos, el autor habla de la unilateralidad y posible sobreactuación de los mismos en defensa del propio carisma y vocación, que les puede llevar a considerarse el único camino siendo así que no son más que uno dentro de "una variedad de formas". Ratzinger era entonces Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y tenía motivos para conocer los conflictos entre los movimientos y la estructuras locales de la Iglesia: "Es casi inevitable -explica- que de la vitalidad y totalidad de la experiencia carismática original nazcan constantes conflictos con la comunidad local"; "ambas partes deben dejarse educar por el Espíritu Santo y por sus superiores eclesiales" (pág.25). "El sistema eclesial local y los movimientos se necesitan mutuamente" (pág.26), pero "debe rechazarse un concepto de comunión en el que el valor pastoral supremo sea evitar el conflicto; la fe sigue siendo una espada y puede exigir el conflicto por el bien de la verdad y del amor" (Mt. 10,34).
Gänswein, Geoge, Nada más que la verdad, Desclée de Brouwer 2023.
Ratzinger, Card, Los movimientos eclesiales y su colocación teológica, mopal.org.
Juan Ignacio Encabo Balbín