Dentro de los procesos de beatificación y canonización, al llegar el momento de la elaboración de la Positio, es decir la preparación de un documento que sirva de síntesis del proceso diocesano sobre el que puedan trabajar los consultores y, en último término, el Santo Padre para dilucidar si queda suficientemente probada la fama de santidad, hace falta encontrar un hilo conductor con el que ensamblar toda la extensa documentación recogida y mostrar la obra de la gracia de Dios y la respuesta libre del hombre que madura en el fruto de las virtudes y la armonía heroica de las mismas.
El hilo conductor es siempre el amor de Dios y la caridad, aunque expresado en la forma de una virtud determinada o característica señalada del Siervo de Dios, que puede iluminar los diversos aspectos y mostrar la unidad de vida del protagonista tanto a lo largo de la vida como de las diversas facetas de su actuar.
Por ejemplo, Ernesto Cofiño, gracias al amor de su esposa Clemencia logró estructurar su vida para tener en primer lugar en su cabeza a su mujer y a sus hijos y, después, sus intensas tareas profesionales, sociales y apostólicas, destinadas a disminuir la mortandad infantil en Centroamérica.
Sirviéndonos de otro ejemplo, podríamos afirmar que la materia de santificación y el hilo conductor de la vida de Tomás Alvira, frente a lo que podría colegirse en una rápida mirada a sus actividades profesionales como catedrático de Enseñanza Media de ciencias naturales, es el amor conyugal: ahí radica el secreto de convertir la educación de los hijos y de sus alumnos en un despliegue del amor que había llenado su corazón.
Inmediatamente, hemos de recordar que san Josemaría enfocaba la tarea de la santificación de los supernumerarios como un apostolado tan inmenso que lo calificaba de un mar sin orillas: encendidos en el amor a Dios y l amor conyugal podían pegar fuego a la tierra con la revolución de la caridad, pues como decía san Juan de la Cruz: “donde no hay amor, pon amor y sacarás amor”. Iluminar el mundo desde dentro. En la carta del 9 de enero de 1959 (nº 29) san Josemaría expresaba como característico el modo de trabajar de la persona del Opus Dei “un amor muy grande a todos los hombres, un corazón abierto a todas sus inquietudes y problemas, una comprensión inmensa, que no sabe de discriminaciones ni de exclusivismos” (n. 26). Evidentemente ese amor en cada uno nace de la vida íntima con Dios y con su conyugue.
Es muy interesante también que tanto el apostolado, como la educación de los hijos se apoya en la libertad, pues sin libertad no podemos amar a Dios. Además, para san Josemaría, es propio del cristiano corriente, actuat en libertad, sin formar grupo y poniendo cada día la energía de la libertad en juego. Educar es enseñar a administrar la libertad. En el propio amor entre los esposos no tener otra libertad que la del amor renovado y rejuvenecido. Finalmente, la secularidad lleva a ser como los demás y llevar el amor de Dios y el ejemplo de vida hasta el último rincón. La palabra más repetida por san Josemaría es la naturalidad: con la naturalidad del amor.
José Carlos Martín de la Hoz
José María Escrivá de Balaguer, Carta nº 29 sobre la labor de san Gabriel del 9 de enero de 1959, en SetD 17 (2023) 279-351.