Entre las muchas e interesantes figuras de la ilustración francesa siempre ha destacado la personalidad y las ideas de Jean Jacques Rousseau (1712-1778). Un pensador muy controvertido ya en su tiempo y todavía en la actualidad por las profundas incoherencias entre su vida y su obra.
Lógicamente, el estudio de sus teorías sobre la educación infantil manifestadas ampliamente en su tratado el “Emilio”, contrastan con su profunda incapacidad para la educación de sus propios hijos a quienes entregó a la inclusa y a otras manos por miedo y desidia. Su profundo sentido religioso manifestada en sus obras escritas que habitualmente están abiertas a la trascendencia, con referencias constantes a la cuestión religiosa en todas sus novelas, incluso, a veces, a través de sus personajes, trasluce y muestra rasgos de sencilla y sincera piedad. Todo ello contrasta con su razonada propuesta de construcción personal de una religión natural y racional adaptada a cada hombre.
Indudablemente, la mayor fuente de incomprensión acerca de su persona y su obra radican en su carácter tan sumamente enrarecido y complejo que ha dado lugar a diversos estudios psicológicos y, por tanto, a diagnósticos contundentes de enfermedades mentales como la “manía persecutoria”, esquizofrenia, trastorno bipolar, etc., provenientes de sus cambios repentinos de humos, sus reacciones desproporcionadas ante cuestiones corrientes de la vida o sencillamente, sus pasos repentinos del amor al odio a las personas y, finalmente, cambios repentinos de humor y paso de la euforia a la depresión.
En esta ocasión, deseamos presentar la magnífica edición de José Luis Tasset, catedrático de filosofía de la Universidad de La Coruña, sobre la disputa que tuvo lugar entre el escocés David Hume (1711-1776) y Rousseau. Como es bien conocido, el propio Hume publicó las cartas que se cruzaron entre ambos a lo largo de la vida y, especialmente, de los documentos que muestran el repentino cambio de actitud de Rousseau que pasó de la amistad y agradecimiento a Hume por haberle acogido en Inglaterra al ser expulsado de Francia por el carácter impío de sus obras, a su repulsa.
Lo más interesante del trabajo que ahora presentamos, incluso de las cartas de Voltaire y D’Alambert sobre la polémica, es la constatación de que efectivamente Rousseau no estaba equilibrado y tenía tendencia a construir teorías completas y detalladas, pero completamente falsas. Podemos afirmar que lo que pone en marcha el trastorno, e incluso, el abandono de Inglaterra y regreso a Francia de Rousseau, tras renunciar a la pensión vitalicia concedida por el rey, es sencillamente la convicción de que había perdido libertad y que estaba bajo el poder de Hume: aunque fuera su amigo, estaba en sus manos y eso le revolucionó completamente. Es decir, el concepto de libertad de algunos de estos ilustrados terminará por producir la ideología liberal en la que se concentrarán gran número de los elementos de la revolución francesa.
José Carlos Martín de la Hoz
David Hume, Mi disputa con Rousseau, edición de José Luis Tasset, ediciones Laetoli, Pamplona, Navarra, 2023, 234 pp.