Acudir a una biblioteca, pública o privada, en busca de algún libro nunca es tiempo perdido, aunque no siempre se encuentre lo que uno desea. Un buen lector se siente muy cómodo y a gusto, tanto en las librerías como en las bibliotecas, son su ambiente, como el mar para el navegante o los senderos, bosques y riscos para el caminante.
A veces, la visita es rápida, cuando uno quiere sacar determinada obra, la encuentra enseguida, hace los trámites correspondientes y se va. Sin embargo, cuando uno no encuentra lo que deseaba, bien porque está en manos de otro lector bien porque no figura entre los fondos de la biblioteca en cuestión, da cierta pena irse con las manos vacías y la reacción del lector suele ser la de buscar otro libro.
A veces, uno tiene una lista de lecturas pendientes, en la memoria o incluso anotada en un papel, y probablemente no resulte difícil llevarse el gato al agua. Pero no siempre sucede así y entonces uno recorre las estanterías, se detiene ante determinado título, duda, va y viene…, hasta que, de repente, un hallazgo inesperado, como si de aquel ejemplar emanara cierto reclamo, nos obliga a detenernos, a sacar el libro de su letargo, ojearlo, leer incluso el prólogo… Hay dudas, pero, al final, uno se decide y sale a la calle con la emoción por el prometedor encuentro inesperado.
De este modo –es por lo menos mi experiencia–, he podido leer numerosos textos valiosos, pero difíciles de encontrar en librerías, por la antigüedad de la edición, por tratarse de obras que han tenido escaso eco en suplementos culturales, periódicos y otros medios de comunicación, o procedentes de editoriales menos conocidas. Por este cauce, y por poner solo un ejemplo muy reciente, he encontrado inesperadamente y leído La sombra de la duda, la única obra teatral de la novelista norteamericana Edith Wharton (1862-1937), de la que no se tuvo noticia hasta que unos profesores universitarios encontraron el texto en 2017, pues ni siquiera la autora la menciona en sus memorias. Un interesante drama, ambientado en Inglaterra durante la época victoriana, traducido al castellano y publicada en 2019, por Ediciones Huso. Al iniciar la lectura, miré la ficha del ejemplar que tenía en mis manos y constaté que era el primero que lo había sacado de la biblioteca, sentí cierta conmoción y cercanía con Edith Wharton.
Luis Ramoneda