Indudablemente, los ataques de los pensadores al control de la economía por parte de las autoridades, ha sido constante desde el siglo XVI y especialmente desde la ilustración en inglesa, especialmente, en la extensa obra de Adam Smith.
Queremos traer a colación la breve obra del ilustrado francés Jeremy Bentham (Londres 1748-1832) quien realizó un viaje a Rusia en el invierno de 1787 y redactó unas cartas en las que rebatía las regulaciones de los gobiernos de los tipos de interés en el préstamo del dinero.
Nuestro autor señala que de la misma manera que “pretender regular los precios de todas las mercancías sería una tarea interminable”, se podría colegir que tampoco el Estado debería regular los tipos de interés de los precios. Lógicamente, se le argumenta que el estado fija lo topes máximo para no tratarse con desconfianza y para evitar la ingenuidad (27).
Enseguida añadirá: “Todo el mundo sabe que las ventas forzadas siempre se hacen con pérdida y que, comparativamente, esa pérdida sueles ser muy superior a la que pudiera seguirse de un tipo desmedido de interés” (30).
Volviendo al fondo de la cuestión, nuestro autor acude a la raíz de la sustitución de la usura por el préstamo en precario: “Pedir un precio exorbitante repugna a la conciencia, tanto en el alquiler de un caballo como en el préstamo de una suma de dinero; pero un equivalente razonable por el inconveniente temporal que el propietario puede resentir por prestarlo o por el riesgo de llegar a perderlo totalmente, no es más inmoral en un caso que en otro” (48-49).
Es interesante la siguiente afirmación de carácter experiencial: “Seguirle el rastro de un error hasta su origen, dice lord Coke, significa refutarlo; y son muchos los que, hasta que no han recibido esta satisfacción, por evidente que sea el error en cuestión, no podrán tenerlo como tal” (52). Ahora señalar que ganar dinero es señal de estar predestinado al cielo: “Comienza recordando con Aristóteles que ‘todo dinero es por naturaleza estéril’ para añadir que sí se puede lograr “prestándolo al 5%, pero los sabios de aquella época no consideraron el asunto bajo este aspecto” (55).
Finalmente citará a Adam Smith: “resulta una grandísima impertinencia y presunción de reyes y ministros el pretender vigilar la economía privada de los ciudadanos y restringir sus gastos sea con leyes suntuarias o prohibiendo la importación de artículos extranjeros de lujo. Ellos son, siempre y sin ninguna excepción, los máximos dilapidadores de la sociedad” (Libo II, cap. 3). Enseguida añadirá: “El conceder el monopolio del mercado nacional a la producción nacional, en cualquier arte o industria, equivale en alguna medida a dictar a los ciudadanos particulares la manera en que deberían emplear sus capitales, y en todos los casos resulta su intervención inútil o perjudicial” (libro 4, cap. 2).
José Carlos Martín de la Hoz
Jeremy Bentham, En defensa de la usura, ediciones Sequitur, Madrid 2023, 76 pp.