Evangelio e historia

 

El profesor M. David Litwa, de la Universidad Católica de Melbourne en Australia, ha redactado un exhaustivo trabajo acerca de los diversos géneros literarios en la antigüedad y, en concreto, de la aplicación del género histórico a los Evangelios contenidos en el Nuevo Testamento.

La aproximación exegética e histórica, se realiza desde bastante atrás, por lo que nuestro autor comenzará investigando sobre todos los géneros literarios en la historiografía y en la literatura antigua con el fin de poder establecer de modo muy aséptico que estamos ante una real historia, biográfica, de los hechos y dichos de Nuestro Señor Jesucristo (79).

Hay que reconocer que resulta bastante desagradable la mencionada aproximación, pues desecha a la ligera, casi absurdamente, aspectos y facetas sólidamente asentadas en la Tradición de la Iglesia y, por tanto, glosadas en la literatura patrística en la que fueron recibidos los evangelios y proclamados y glosados. Por ejemplo, suprime hablar de Mateo, Marcos, Lucas y Juan como autores de los Evangelios, sin mayores explicaciones, mientras que los padres los han recibidos como evangelistas desde tiempos muy antiguos (96).

Asimismo, resulta muy molesto e inquietante la constante manía de hablar de mito, mitología y aspectos míticos, aplicado a los evangelios y a la literatura antigua de la época: en concreto del siglo I y II. Aunque una y otra vez, afirma que no se está refiriendo a los hechos narrados en los evangelios como si fueran reflejos de la mitología antigua griega y romana, resulta bastante incómodo pensar que, en realidad, la comparación, constante con dicha literatura, hace sospechar que en realidad no acepta que realmente los hechos y palabras narradas en el Nuevo Testamente son la revelación de Dios a los hombres materializada en la historia y recogida por los evangelistas. Respecto a la fechas y orden de aparición de los diversos evangelios, sin dar más explicaciones retrotrae todo al último tercio del primer siglo y caso convierte a Juan en centenario (83).

En cualquier caso, acepta asépticamente y sin entusiasmo, tanto la naturaleza humana de Cristo, como su naturaleza divina, así como los milagros repetidamente narrados a lo largo de la Escritura, tal y como acepta las narraciones milagrosas en otras obras literarias de la antigüedad (305).

Finalmente, hemos de reconocer que termina por aceptar, aunque no se extienda demasiado, en reconocer claramente que los evangelios fueron recibidos en la primitiva comunidad cristiana como verdaderos e históricos, pues efectivamente, la primitiva comunidad cristiana desechó los apócrifos y el magisterio sancionó con el canon de la Escritura del Nuevo Testamento los que correspondían con la tradición oral sólidamente asentada en el magisterio ordinario de la Iglesia (309).

José Carlos Martín de la Hoz

M. David Litwa, Come I vangeli divennero storia, Paideia, Torino 2023, 347 pp.