Las tres glorias

 

Deberíamos tener mayores espacios para interrelacionarnos, lugares donde poner videos cortos a mitad de una reseña de un libro. Ámbitos para editar un corto sobre el “Cantar de los cantares” o poner a hablar a Ramón Llull en catalán. Es claro que para el cardenal franciscano Raniero Cantalamessa (Colli dei Tronto, 1934), historiador y teólogo, predicador de la casa pontificia, esto sería esencial pues las pláticas contenidas en el volumen que ahora presentamos se salen de lo que sería un éxito meramente formal, leído e impreso, a lo espiritual-poético contenido en palabras y ejemplos sublimes.

De hecho, este trabajo comienza con la portada del libro donde se reproduce la magnífica obra de arte de las “tres glorias” de Sandro Boticelli que se conservan maravillosamente enmarcadas en el museo del Louvre de París. Para Cantalamessa, las tres gracias, significan las tres virtudes teologales: fe, esperanza y caridad, que corresponden con las tres secciones de este trabajo: La puerta de la fe, la puerta de la esperanza y la puerta de la caridad.

En las primeras páginas Cantalamessa dispara artillería pesada sobre el lector para decirnos, casi en los inicios del libro, que quitar el misterio de la Santísima Trinidad de la predicación habitual de la Iglesia sería como quitarle la espina dorsal a un atleta para que corriera más rápido, porque sencillamente no podría dar un paso adelante. Necesitamos meditar sobre Dios Padre, sobre Dios Hijo y sobre Dios Espíritu Santo para poder entender que Dios es amor, belleza infinita, verdad insondable y, sobre todo, grandeza inconmensurable de corazón.

Precisamente, desde el ángulo del momento en que un cristiano corriente aprende a distinguir y a tratar a las tres divinas personas que corresponde precisamente al momento en el que una criatura abre sencillamente sus ojos a la existencia. Son dos momentos esencialmente claves: uno sería el natural del conocer y vislumbrar y el otro, el mundo sobrenatural, el que lleva a reconocer otro modo divino de vivir y estar en la tierra y entre las cosas de la tierra: “cada persona debe encontrar pan para sus dientes” (11).

Las tres divinas personas, el misterio de comunión, es una verdad consoladora que llena de enjundia la vida espiritual y sustenta la propia vida racional, como ha expresado el filósofo Leonardo Polo. Así dirá Cantalamessa: “Dios es amor, belleza y felicidad (12).

Indudablemente en esta tarea de puertas, de fe, esperanza y caridad, parece como si el hombre pusiera algo, cuando en realizar al poner en juego la fuerza, la energía, el coraje de la libertad, lo que hacemos es ponernos en camino de Dios que Viene a nuestro encuentro (23). Conviene leer a Pascal y arriesgar todo por la fe (74).

José Carlos Martín de la Hoz

Raniero Cantalamessa, Fe, esperanza y caridad. Un itinerario hacia Dios para nuestra época, ediciones Encuentro, Madrid 2024, 231 pp.