La esperanza y el dolor

 

La vida de Simone Veil (1927-2018) impresiona sobremanera cuando se la compara con la célebre filósofa y pensadora Simone Weill (1909-1943), porque ambas eran francesas, judías de nombre y apellidos muy parecidos, de corte familiar laico y descreído, además, principalmente por la aguda inteligencia, fina sensibilidad para todo lo humano y por haber sido contemporáneas en la tragedia del holocausto que padeció Alemania y que no se borrará jamás de la memoria.

Precisamente Simone Veil (1927-2018) estuvo internada en el campo de exterminio de Auschwitz donde falleció su madre. Ha sido ministra del gobierno francés, comisaria de la Unión Europea, presidenta del Parlamento europeo, miembro de la Academia Francesa y presidenta de la Fundación por la Memoria de la Shoah desde 2001 hasta su muerte.

La extraordinaria autobiografía de la superviviente de Auschwitz Simone Veil no deja de sobrecogernos pues es la historia de una mujer con una fina sensibilidad que sobrevivió al holocausto y mantuvo la dignidad de persona humana y la capacidad de entrega para trabajar en las más altas instancias de la Comunidad Europea para construir una casa común sobre valores bimilenarios.

Lo que le salvó cuando fue trasladada desde Niza, con solo 16 años, con su madre y una de sus hermanas al campo de exterminio de Auschwitz fue, sencillamente, el no haber dejado ni un momento de estar juntas (14, 69).

La impresionante narración de los sucesos acaecidos en Auschwitz resulta verdaderamente estremecedora y convendría que lo leyera y conociera todo el mundo para nunca pueda repetirse el holocausto del que les hablan con toda naturalidad desde que llegaron al campo de exterminio en abril de 1944 (73 y ss).

Finalmente, y de modo escueto, Simone Veil se detendrá a explicitar las humillaciones, y vejaciones que tuvieron que soportar, el hambre, frío, calor, falta de sueño, torturas constantes y, sobre todo, muchos puntos suspensivos que indican padecimientos que quedan sin escribir. Especialmente dolorosos son los párrafos en los que se describen las muertes de los niños a quienes los nazis no deseaban ver crecer (101). Tampoco deja de impresionar el tifus y el canibalismo entre los presos (109).

Es interesante, el comentario sobre el final de la guerra y la inminente presencia de los rusos y de los aliados cerca de los campos de exterminio: “para Hitler, la obsesión de matar judíos era más importante que la victoria” (99).

Indudablemente, merece la pena leer este trabajo y darlo a conocer (119) y, sobre todo, como renació la esperanza y la ilusión por salir adelante y reconstruir esa cultura y civilización que había sido zarandeada (153).

José Carlos Martín de la Hoz

Simone Veil, Sólo la esperanza calma el dolor, ediciones Lumen, Barcelona 2025, 170 pp.