¿Quiénes seríamos sin nuestra intranquilidad? Digamos que, si no tenemos otra opción que vivir con nuestra intranquilidad, mejor quererla un poco. Prefiero los intranquilos que los tranquilizantes. Perturbados, perturbadores, me gustan sus vuelcos, exigencia, su insatisfacción. Y si vosotros sois de naturaleza serena y pausada, no quisiera en ningún caso introducir esa piedrecita en vuestras almas tranquilas. Aunque puede que sí. Quizás os deseo que os sintáis un poco perturbados.