En el siglo XVIII, el príncipe Maurocordato encargó a un obispo llamado Macario y a un monje de nombre Nicodemo que recopilaran y ordenaran los textos fundamentales sobre la oración del espíritu.
Aquel amplio compendio pretendía favorecer la práctica de la oración constante en medio de la vida activa e iniciar en la contemplación de la voluntad de Dios. El resultado fue un volumen de más de mil páginas, del cual el presente libro es una antología.