Perú, en la segunda mitad del siglo XX, es el horizonte en el que se desenvuelven cuarenta años de la vida de Don Ignacio -monseñor Ignacio María de Orbegozo y Goicoechea- al servicio de Dios, de la Iglesia y de las almas. El relato de su personalidad carismática ha trascendido dentro de la Iglesia por ser un adelantado de la segunda evangelización, haciendo un puente de siglos con la primera, realizada en el siglo XVI por santo Toribio de Mogrovejo.