Los grandes señores, especialmente los del siglo XVIII, gozan de la fama de ser pésimos padres de familia. Sin embargo en Lord Chesterfield, prevalece su condición de padre y preceptor frente a ser hombre de mundo, con desenvoltura e ingenio. "Nunca hijo alguno ha sido guiado, seguido, acompañado, adoctrinado, aconsejado, enseñado, reprendido, con más paciente dulzura y vigilancia que este hijo de Lord". En el momento actual, cuando los debates sobre la educación son tema importante, la publicación de esta antología puede considerarse un auténtico acontecimiento.