Sobran aparatos y faltan palabras de cariño, y éstas sólo nacen de un corazón enamorado (del ser humano).
Con la palabra lo podemos casi todo, hasta lo más grande: consolar.
El precio de la paz muchas veces es el silencio.
Silencio (en soledad), amor, actitud de escucha, capacidad de acogida, respeto, palabra auténtica, cariño: itinerario de verdadero calado humano.
Partimos del presupuesto de que ya hay suficiente dolor en el mundo como para incrementarlo con un uso irresponsable de la palabra.