La vida ha ido apareciendo, como consecuencia de mecanismos puramente naturales. ¿Qué sucede entonces con el Dios de los cristianos? ¿No era acaso un Dios creador? ¿Pueden ser compatibles ambas afirmaciones? Si nos aferramos a un dios-ingeniero-mago, es misión imposible. Pero defender la creación, según Ratzinger, no es eso: es defender únicamente que ese universo en devenir está lleno de significado, porque procede de una mente creadora.