En el comienzo del tercer milenio vivimos cada vez más y mejor; la esperanza de vida casi se ha multiplicado y la investigación médica plantea perspectivas cada vez mejores para el tratamiento de las enfermedades. Pero, simultáneamente, el modo de vida cada vez más sedentario, conlleva nuevos riesgos: sobrepeso, problemas cardíacos, diabetes, osteoporosis, hipertensión, etc. El ejercicio es indispensable para prevenir estos riesgos y para conseguir que nuestro organismo se mantenga en el mejor estado, también en la tercera edad.